La cama, de Daniela Abad

Se desvanece un universo

“Voy por ahí a buscar reír para no llorar”
-Cartola, Preciso me encontrar.

Ingrid Úsuga O.

 

¿Era la decisión de terminar un amor que no puede ser más? ¿O de uno que se acabó ya? Nunca lo supimos, pero esto no era exactamente lo que nos quería responder Daniela Abad en su cortometraje La cama (2020). Ella nos mostró una cama, sin colchón, sin tendido, sin nada, desnuda. Esta era la cama de Alan y Adriana hasta hoy, que se están separando; pero esta, mientras intentaban sacarla del cuarto, se queda atascada en una columna de la pared, impidiendo que ambos se vean.

“Nosotros decimos mentiras”, decía Adriana en voz alta mientras leía uno de los cuadernos que ambos compartían. Durante ese tiempo de obligada ausencia del otro, ambos pudieron sentir con calma la explosión de emociones que experimentaban al saber que era lo último que iban a compartir.
Las cosas que los unían van a desaparecer lentamente… La casa es la que más habla: las manchas en la pared, eran fieles cicatrices de que allí vivieron una vida, un romance, unas risas, unas caricias, unas miradas, unos abrazos…
“Déjame ir,
necesito andar.
Voy por ahí a buscar,
reír para no llorar.
Si alguien por mí pregunta,
dígale que yo solo voy a volver
después de que yo me encuentre”
(Cartola, Preciso me encontrar)

A veces, decir adiós no es el resultado de la falta de amor por el otro, a veces, nace de la necesidad interna por encontrar algo que nos aleja un poco de quienes son nuestro presente. Quizá este cortometraje era la representación de la nostalgia de las despedidas. Así que, en el punto final del cortometraje, la música del cantautor carioca Cartola es quien intensifica la conexión que creamos con los personajes. Sentimos ese vacío, ese dolor, ese grito interno silencioso y ahogador al renunciar por el otro.
Era solo una cama, una que ya no estará más, pero una que traía consigo el significado de un universo entero creado entre dos y para dos, que no existirá jamás de nuevo.