SOS, de Ángela Tobón

¿Un hogar temporal que abre las puertas del cine fantástico?

Verónica Salazar

 

El cine fantástico en Colombia, y más en Latinoamérica, es un lujo. Son pocas las historias que logran consolidarse en una industria que favorece producciones más figurativas, dada la poca madurez del género en el país y las condiciones socioeconómicas que condicionan nuestro consumo de entretenimiento.

Sin embargo, Ángela Tobón y el equipo de SOS nos demostraron que sí es posible hacer cine fantástico en el país, tras ser proyecto ganador del FDC y CREADIGITAL de MinTIC. Con un planteamiento fuerte, un desarrollo emotivo y un aterrizaje satisfactorio para el espectador, este cortometraje de Medellín cuenta una historia soñadora que cautiva desde el primer cuadro.

El título del cortometraje plantea una duda, pues la introducción sugiere un ambiente oscuro –a pesar de que la fotografía es llena de iluminación, sin sombras y con colores muy sólidos–, casi ningún diálogo y una tensión entre el personal administrativo del establecimiento y los viejos que lo habitan. El prólogo es una carrera de natación. La única regla: quien gana, podrá volver con su familia.

SOS Hogar Temporal es un gimnasio cerrado, con un estilo arquitectónico entre gótico, islámico y art déco que se siente frío, parco, solitario y un poco desesperanzador. Como esas casas antiguas del centro de Medellín. Eso sí, la narración es tan delicada y fluida que nos lleva de la mano y nos introduce desde el primer momento en el universo del hogar. Son pocas las personas que lo habitan y es poco lo que se relacionan entre sí, hasta que llega Esther, quien despierta cierto interés en Aurelio, el salvavidas del lugar.

Lo más llamativo de esta emotiva historia es la paleta de colores, que es muy similar a aquella de The Life Aquatic with Steve Zissou, una película también fantástica, que aborda desde la nostalgia asuntos familiares, conflictos del ego, viajes entre lo conocido y lo desconocido. Azules en tonos suaves, pues casi todo el relato ocurre en la piscina del hogar, en contraste con rojo vivo que nos indica esa pulsión de vida que aún está presente en los habitantes de SOS, a pesar de su situación de salud tan incierta, que para los vivos están muertos, y para los muertos están vivos.

Lo más llamativo de esta emotiva historia es la paleta de colores, que es muy similar a aquella de The Life Aquatic with Steve Zissou

La directora, Ángela Tobón Ospina, ya tiene recorrido como directora con su productora Máquina Espía, junto al guionista Juan David Gil, logrando un resultado muy maduro y fuerte, rico en referentes, pero también en autenticidad. Además, está la fotografía de Mario Barrios, que siempre se caracteriza por su pulcritud y simetría.

Historias como esta se han explorado desde la ciencia ficción en películas como Lázaro y series como Black Mirror, con el capítulo San Junipero, donde llevan mucho más allá el desarrollo de las relaciones interpersonales que vuelven a darle sentido a una vida que ya no es vida.

SOS habla de la muerte, la lucha por vivir, la familia, lo difuso del tiempo. Es una exploración y además una bellísima propuesta sobre qué es aquello que no vemos en el espacio gris entre allá y acá, cuando una persona está en coma y la incertidumbre es básicamente lo único que se tiene.