Manuel Zuluaga
Sobre el piedemonte andino amazónico, zona biogeográfica espesa e ingobernable, se busca desde los años ochenta la creación de un corredor vial que conecte la ciudad de Mocoa con Pasto a través del municipio de San Francisco, Putumayo, una apuesta por tejer caminos entre el interior y el sur del país que se ve interrumpida una y otra vez por una serie de razones nimias en comparación a los retos de la naturaleza, que no son más que manifestaciones del poderío geográfico.
Con voces de la comunidad y registros visuales diversos (fotográfico, video, simulación 3D), Suspensión es un largo de no ficción que en sus primeros minutos se acerca al panfleto y la denuncia, y en la medida que avanza pasa por el diario de viaje, el film institución de Frederick Wiseman e, incluso, la abstracción del cine de Lois Patiño, con tiempo para la sátira y el drama, para rememorar de forma novedosa y oportuna que la naturaleza nos sigue dando lecciones.
Simón Uribe, investigador colombiano, llega desde la etnografía al cine tras recibir financiación extranjera para desarrollar un primer proyecto en esta región del país, y termina descubriendo con ello la posibilidad de construir un relato novedoso y oportuno en forma de sinécdoque, el cual relata desde una comunidad los dramas y tragedias que experimentan los territorios más aislados del país para acceder a sus derechos. En esta parte por el todo se reconstruye la historia de la variante vial antes mencionada, con punto de partida en el camino de herradura creado por los monjes capuchinos con ansias de colonizar las comunidades indígenas del Putumayo; luego, con la aparición de una garrucha artesanal para el cruce humano sobre profundos valles, o la creación de puentes elevados que se interrumpen de frente a una escarpada geografía, línea de tiempo que dibuja las esperanzas de una comunidad que a través de sus testimonios deja ver las diferentes posiciones que existen frente a la construcción de esta mega obra.
En este orden de ideas, la película pretende mantener un punto de vista imparcial frente a la edificación y la pregunta de ¿construir o no?, una apuesta que juega doble ante la inminente fuerza de la naturaleza que se manifiesta incluso de formas metafísicas, y que inclinan la respuesta hacia una dirección; pues como lo reconoce uno de los testigos principales: “desde el punto de vista técnico no hay barreras, pero algo viene funcionando mal, y ese algo se está volviendo ancestral”; situación a la que, entonces, el film se gira y expone acciones propias de la construcción con composiciones visuales que convierten un registro sin gracia en formas performativas y abstractas de crear ritmos que se acoplan y dan paso al protagonista total de la película: la infraestructura de concreto y su inminente derrota ante las condiciones geoclimáticas del entorno.
En 2021, año en que el gobierno saliente promete retomar la obra de mega ingeniería con la creación de más de sesenta puentes y viaductos y hasta once túneles, Suspensión se estrena en cines tras su paso en 2019 por el Festival de Cine de Rotterdam, probablemente el certamen más vanguardista del viejo continente, que apuesta a jóvenes realizadores (en este caso Simón como director, y en la escritura con su hermano Joaquín Uribe) de cara a nuevos caminos y formas para el cine, una promesa que se cumple con el significativo aporte de la película al cine nacional a través de su doble reflexión decolonial: el manifiesto poético de resistencia de la naturaleza hacia el ser humano e intervención/extracción; y, en estrecha relación con lo anterior, la posibilidad de un cine por fuera del paradigma occidental, un cine que se cuestiona un lenguaje desde el tercer mundo y que desde su relación con la geografía y los escenarios propone algo nuevo.