“Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.”
Mario Benedetti
Lina María Rivera
Angelica Cervera acude con inteligencia a su propia familia, establecida en España, para “retratar” una historia sólida, palpitante e íntima, pero sobre todo progresista, para proyectarla con vigor, humor y dulzura –evadiendo cualquier artificio– a la audiencia colombiana, todavía pacata y prejuiciosa. Aquella combinación, además de eficaz y osada, resulta del todo pertinente para contar una historia como la de Laura y, al mismo tiempo, adentrarse en los hogares más tradicionales con el fin de poner en discusión otros modos de abordar tanto la niñez como la paternidad y, esencialmente, reconocer a la transexualidad como un proceso común, ya que transgrede la esfera estrictamente personal para transformar su entorno social.
El documental desde su discurso y mirada resplandece por su carácter y expresión. Partiendo desde el punto de vista desde el cual se instaura el relato: Laura, una niña de nueve años, que siempre se sintió atrapada en esa identidad que no le pertenecía y que ha tenido la valentía y determinación de asumir frente a sus padres, su familia y la sociedad su verdadero rol existencial y, del mismo modo, añora celebrar su primera comunión para reconocerse también ante la comunidad católica. Con la voz de Laura se reconoce y legitima la infancia, no solo como una perspectiva válida sino transformadora y poderosa que, con más preguntas que certezas, nos invita a la relectura de nuestras ancladas creencias y valores.
A su turno, los padres de Laura como personajes de autoridad, multiplican y magnifican el mensaje final del relato. Cada uno representa un punto de vista diametralmente diferente pero que, en últimas, logra converger en el amor que sienten por Laura. El padre, aunque acompaña a su hija en su tránsito de manera constante y amorosa, no deja de preguntarse ¿qué habría pasado si Óscar nunca hubiera sido Laura? interrogante que funciona como perfecta analogía con el título de la película, que parte de un cuestionamiento inocente de Laura hacia la iglesia: ¿Qué pasaría si Dios fuera mujer? Es ahí cuando la voz de la madre toma total sonoridad y relevancia, al sobreponer a todo lo demás la felicidad de su hija, sin detenerse a pensar en nada distinto. Este conflicto pone de manifiesto la transición como un acto común y no únicamente individual. Sin duda, uno de los aportes más valiosos del film.
El padre, aunque acompaña a su hija en su tránsito de manera constante y amorosa, no deja de preguntarse ¿qué habría pasado si Óscar nunca hubiera sido Laura?
Este desarrollo próximo y actual como controversial nos traslada a la afirmación de Carol Hanisch –figura prominente del Movimiento de Liberación de las Mujeres de Estados Unidos– en la que hace evidente que “lo personal es político”. Si dios fuera mujer participa de esa concluyente afirmación de la manera más noble y divertida, al exponer pequeños cambios en los paradigmas, como cuando un grupo de niños juega a vestirse de mujer sin ser algo penoso o deshonroso, sino todo lo contrario, con altivez y alegría; cuando Laura habla con su maestra de catequesis y la obliga a cuestionarse de nuevo por qué motivo, realmente válido, las mujeres no pueden ser curas; o cuando conocemos a la primera muñeca de Laura un trapero que, con un poco de imaginación, puede ser una princesa y una puerta para la realización personal.
El abordaje de Laura, no solo como la protagonista sino como la mirada desde donde todo parte y cobra sentido, permite a cada espectador evidenciar la posibilidad del desmantelamiento de un universo monolítico para darle la bienvenida a un futuro con nuevas reglas, sentimientos y tendencias que apuesten por el amor y la libertad, no solo de Laura, sino de todas las personas que necesitan del apoyo de su comunidad para ser lo que desean. Estos componentes destacan a Si Dios fuera mujer como una pieza audiovisual inestimable, situándose como la semilla de una discusión que está destinada a prolongarse en el tiempo y que, incluso cuando estas otras maneras de abordar la identidad, la familia y las concepciones sociales sean aceptadas y respetadas como merecen, será recordada como una joya que brilla por su honestidad y valentía.