Verónica Salazar
Una ciudad donde la mayoría del tiempo llueve pero que, al mismo tiempo, se está muriendo de sed y no puede acceder a esa agua incesante que llena sus calles. La Kasbah es la ciudad ficticia donde se desarrolla la historia de Los Iniciados, una película de Juan Felipe Orozco, basada en los libros de Mario Mendoza. En ella, Frank Molina, un periodista lleno de conflictos internos que dejó atrás una exitosa carrera, se adentra en una investigación que lo acerca a la muerte y a los secretos más oscuros de su ciudad, con la ayuda del icónico personaje de Mendoza, Lady Masacre. El periodista es interpretado por Andrés Parra, quien lidera un reparto lleno de talento compuesto también por Aria Jara, José Restrepo, Jorge Cao y Juan Pablo Urrego.
Esta producción llega al catálogo de Amazon Prime para unirse a las series y películas colombianas que están disponibles en plataformas de streaming. Títulos como Llanto Maldito, Primate, Frontera Verde, Pálpito, Distrito Salvaje y, próximamente, Cien Años de Soledad son algunos de los que se pueden encontrar en plataformas como HBO Max, Amazon Prime y Netflix. Este crecimiento en la industria representa muchos aspectos positivos para el cine colombiano, pues cada vez hay mejores posibilidades de producción, más oportunidades de creación y mejores empleos relacionados con el sector de forma directa e indirecta.
Ahora, la calidad de estas producciones es un tema que en algunos casos pasa a un segundo plano. En términos técnicos, Los Iniciados es una película bien lograda, que mantiene un estilo uniforme y entretiene, pues su premisa es clara y tiene una construcción de misterio que puede ser llamativa. Su fotografía y diseño de producción mantienen esa atmósfera oscura y misteriosa que caracteriza a los libros de Mario Mendoza. Pero eso no es suficiente para que un filme satisfaga. Considerando el nivel del cine colombiano y el potencial que se puede alcanzar, Los Iniciados deja al espectador de la misma forma, iniciado.
Este crecimiento en la industria representa muchos aspectos positivos para el cine colombiano, pues cada vez hay mejores posibilidades de producción, más oportunidades de creación y mejores empleos relacionados con el sector de forma directa e indirecta.
La película falla en aspectos más narrativos, pues está demasiado ceñida a la guía del viaje del héroe, lo cual pone al espectador en una posición muy pasiva, como si no pudiera descubrir detalles por sí mismo, entonces la historia se los tiene que indicar todos. Esto se nota principalmente en los diálogos, donde cae toda la responsabilidad de la construcción de personajes e incluso del conflicto general del relato. Esta es una mala práctica; los diálogos no deberían ser usados para hacer avanzar la trama sino para complementar la acción.
Y es que Los Iniciados sí tiene acción. Tiene conflicto y tiene elementos que podrían conectarse de forma muy efectiva para construir un entramado más complejo que nutra el relato. Hay enfrentamientos, investigaciones, una ciudad ficticia, drama, corrupción, problemas sociales y hasta un elemento simbólico arqueológico que sale de forma casi gratuita y una sola vez en toda la película. Es difícil considerar esta historia como algo sólido cuando deja tantos cabos sueltos y va avanzando de la mano de diálogos estereotípicos y música extradiegética.
Ahora, es interesante que el tema de la corrupción en Colombia se ha tratado de manera muy vaga en producciones de ficción. Esta película lo trata de forma directa, lo juzga y lo enfrenta, lamentablemente llega a él muy tarde en la historia y no logra desarrollarlo tanto como podría haberlo hecho. De igual manera con los demás temas, pero se sabe que en un país como Colombia vale mucho la pena tocar temas trascendentales que lleven una producción más allá de su intención de entretener. Esta no lo hace. Lo que sí hace es hacer una reflexión –un poco artificial– sobre el valor de la vida humana y el sentido de comunidad alrededor de problemas colectivos.
Los Iniciados sí se involucra de forma contundente con la comunidad trans, pues tiene varias actrices trans en su reparto y estas son personajes importantes en la historia: Lady Masacre, Mónica Perea (periodista) y otras integrantes del colectivo al cual estas pertenecen. La película finalmente hace una invitación a resistir en el día a día, desde lo cotidiano y desde cualquier oficio, como es tan necesario en la ciudad que Kasbah representa (Bogotá), que es casi cualquier ciudad de Latinoamérica.