Partes de una casa, de David Correa

Del desamor y la libertad

Verónica Salazar

“Y te has pintado la sonrisa de carmín, y te has colgado el bolso que te regaló, y aquel vestido que nunca estrenaste, lo estrenas hoy”, escucha Dora Castañeda con su sonrisa nostálgica recostada en su cama, pues 27 años después de casada, ha decidido dejar a su esposo. Una imagen donde se enfrentan el deber ser contra el deseo de migrar por parte de la protagonista de Partes de una casa, el documental de David Correa.

 

Meinardo, el esposo de Dora, y padre de sus hijos, ha sufrido un accidente ocasionado durante su trabajo en una construcción. Tras una caída, este queda en un difícil estado y pierde una pierna, por lo que Dora se convierte en su principal cuidadora durante la recuperación, sumando a sus funciones de madre tradicional en una familia heteropatriarcal. Viven con sus hijas, Giselle y Jazmín, en una casa a las afueras de Ciudad de México, desde donde ven pasar a La Bestia, el famoso tren que lleva migrantes que buscan una mejor vida en el norte, al igual que Dora, quien sueña con irse a vivir a Veracruz.

 

Una obra presentada en tres actos donde Dora, una mujer llena de sueños, se abre ante la cámara y le permite acceder a su hogar, a su familia y a sus pensamientos, dándonos la confianza de leerla y adentrarnos en sus anhelos. Cuenta historias de su juventud, hace los preparativos para su partida y se divierte mientras conversa con David en las entrevistas que más parecen confesionarios donde Dora deja sus sentimientos. En ocasiones, la cámara se hace imperceptible y parece que estuviéramos en la casa que la protagonista organiza, limpia y gestiona. Como si fuéramos parte de su familia.

 

Esta es la ópera prima de David Correa Franco, cofundador del colectivo audiovisual Rara. Previamente participó como fotógrafo de largometrajes como Los Nadie, La roya y Los días de la ballena. Comenzó a trabajar desde 2016 en la investigación correspondiente a esta obra, la cual recibió el Estímulo para producción de documental de larga duración de la Alcaldía de Medellín y fue seleccionado en festivales como el Festival Internacional de Cine Colombiano de Buenos Aires, Argentina y el Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México, entre otros.

 

Dora y su familia viven en una casa donde no hay agua; hay que recogerla con un camión que abastece al barrio. Secan la ropa al borde de la carretera y cuidan de varios gatos que se pasean dentro y fuera de las habitaciones con la libertad que Dora quisiera tener. El espacio favorece las condiciones para que Partes de una casa funcione como un retrato de la intimidad de Dora y su deseo de emigrar. Este deseo viene con un dolor propio de quienes buscan mejorar sus condiciones de vida al irse de su lugar de origen, al punto en que sacrifican aspectos como sus familias por perseguir su sueño de encontrarse al irse. En el caso de Dora, su búsqueda es de la felicidad y el amor, algo que considera que ya no tiene en su hogar.

Dora y su familia viven en una casa donde no hay agua; hay que recogerla con un camión que abastece al barrio. Secan la ropa al borde de la carretera y cuidan de varios gatos que se pasean dentro y fuera de las habitaciones con la libertad que Dora quisiera tener.

A pesar del dolor y la nostalgia presentes en las condiciones de vida de Dora y su familia, Partes de una casa es un documental lleno de gracia, humor cotidiano e intimidad. Es divertido y alegre, como Dora. Cada vez que La Bestia, el tren, pasa por la casa, revive la ilusión de migrar de la protagonista. Es un momento que se repite y le recuerda que, a pesar de que esté postergando su partida, se merece la ilusión de llevar a cabo su sueño, aunque sea a costa de abandonar la familia que construyó.

 

Cada miembro de la familia tiene su rol en la casa; Dora es quien lleva la mayor responsabilidad y las labores tradicionalmente impuestas: ella cocina, limpia, merca, cuida. Giselle juega y estudia; Jazmín estudia y se prepara para relevar a su madre cuando esta falte; y Meinardo, tras haber sido el proveedor del hogar por muchos años, ahora escucha podcasts de superación personal mientras se recupera lentamente.

 

Partes de una casa toca temas difíciles como el miedo, las carencias materiales, la búsqueda del amor, el cuidado y la imposición de ciertos roles como impedimento para cumplir los sueños de Dora, pero también es una película liberadora. Está llena de esperanza y promete una vida mejor. Despierta una profunda empatía, aquella que siente Dora por los migrantes que van en La Bestia, pues ella también es eso: una migrante, una soñadora y una enamorada de la vida.