Andrés M. Murillo R.
La figura del padre que marca un camino de vida. El desprendimiento del padre y cualquier sombra que pudiera cernirse. La evocación de una directora entre recuerdos, presente, retos, dilemas, silencios e infinita búsqueda. Cómo el cielo después de llover es la ópera prima de la directora Mercedes Gaviria, que resulta un documental con una voz potente, una identidad que trasciende fronteras y una reflexión que suma al espectador en sus propias búsquedas.
Hablar de un filme íntimo, en primera persona y apoyado en un potente archivo audiovisual familiar, es una estructura que resulta conocida y con unos referentes nacionales muy recientes, como lo son Carta a una sombra (2015) y Smiling Lombana (2019) de la directora Daniela Abad. Sin embargo, la maravilla del cine es que cada director tiene su visión y el “cómo” construye lo que quiere construir. La directora Mercedes Gaviria hace este viaje de preguntas y búsqueda de identidad a través de mirar a su padre, el también director de cine Víctor Gaviria, desde la lejanía de los recuerdos, desde el presente del quehacer artístico, desde las dinámicas de familia y desde el silencio contemplativo.
El diario de la madre que termina siendo un eje entre lo que hay y lo que no estaba claro, y comienza la construcción, en palabras de Mercedes, de este dispositivo de la memoria.
Un desarrollo en paralelo entre lo que nos dicen los archivos visuales, pero más aún lo que construye con los sonidos. Sonidos de ciudad, voz en off, fuera de campo, antiguos testimonios plasmados en viejos videos caseros; van conformando significados y transmitiendo sentimientos. Archivos que daban una primera impresión de esa familia típica pero también con unos vacíos, preguntas actuales de la directora, que abren la compuerta de la infinita búsqueda entre las esquivas respuestas. El diario de la madre que termina siendo un eje entre lo que hay y lo que no estaba claro, y comienza la construcción, en palabras de Mercedes, de este dispositivo de la memoria. Víctor cineasta, amigo, poeta, padre es una figura de peso en su desarrollo, pero no desde la mirada inicial de lo cinematográfico, sino en esos otros ámbitos del patriarca, y el peso de una sociedad sobre la familia.
Impecables silencios que llegan a potenciar el juego de diferentes sonidos. La definición de Mercedes Gaviria es haber creado una búsqueda en desequilibrio entre algunas capas sonoras y lo que nos muestran las imágenes. Esta es la principal búsqueda de la directora, y cómo encontrar esa nueva naturaleza de los significados. En conclusión, es un documental que implica para el espectador darse la libertad de sumergirse en emociones más allá de la narrativa canónica, y que las diferentes impresiones conecten con el pasado y orígenes de cada uno. La picardía que surge en quien observa la intimidad de una figura pública, pero más allá de eso es entender la construcción-búsqueda de la directora, un filme que nos deja ver la reflexión e invita a evolucionar hacia nuevas conversaciones en esa mirada individual de dónde surgen las estructuras.
El remate de la película es una canción que deja esa extraña sensación de cierre y apertura, de terminar un capítulo, la película, para comenzar otro, la búsqueda personal. La calma después de la tormenta, como el cielo después de la lluvia, con claridades y todo despejado, preparándose para la siguiente tormenta. En sus palabras (ver entrevista https://tinyurl.com/yh6hq8w2) es una conversación que se continúa, nuevos enfrentamientos con los paradigmas y encuentros de crecimiento. La película es una pausa, un momento de vida con sus conclusiones parciales, porque el viaje continúa.