Camilo Ramírez Sánchez
Escuela de crítica de cine de Medellín
El Festival Miradas Medellín 2021 fue al mismo tiempo una celebración de la historia del cine nacional y un espacio para proyectar y destacar el nuevo cine colombiano. Entre los estrenos, conciertos, brunch de industria y otras distracciones que ofreció el festival, estuvo el Programa 1 de la selección oficial de cortometrajes. Esta colección de historias cortas contiene un espíritu muy propio de este evento, son reflexiones sobre la juventud y los ritos de paso que nos llevan a la madurez.
El honor de iniciar la proyección le quedó a El dibujo de un pez, de Juana Castro (2019), una historia de coming of age centrada en Paula, una joven bogotana en busca de individualidad y afirmación. A lo largo de un argumento sencillo, la película nos va guiando por las emociones de la protagonista a través de la imagen y las emociones implícitas.
Aunque la historia en sí es simple, El dibujo de un pez resalta por su lealtad hacia el subtexto. La actuación naturalista, casi estoica de los personajes, fuerza al espectador a empatizar de manera más profunda con Paula, a entender cómo sus acciones reflejan la intensidad de sus sentimientos, a pesar de que la actuación no lo deje ver de manera directa. Y resalto esto porque la actuación en el coming of age es muchas veces melodramática, una exageración molesta de la pasión desaforada propia de la juventud. El dibujo de un pez, al contrario, reduce la emotividad de la actuación, y deja que este peso lo cargue la dirección de arte y fotografía.
Sin embargo, el papá de Paula se muestra como una excepción a esta regla, a diferencia del resto de la Bogotá fría, el papá es siempre para Paula un hogar, un lugar cálido. Al mismo tiempo, es este calor de hogar tan asfixiante el cual ella desea escapar para crecer por su cuenta. El dibujo de un pez retrata un momento difícil de la juventud en el que la protagonista está a medio camino de ser una individua separada de su padre, al mismo tiempo que necesita de él como una red de apoyo emocional.
En contraste, Night Swim, de Victoria Rivera (2019), narra una historia trágica de amistad, celos y culpa. Carson, Becca y Julie son un trío de jóvenes que salen a disfrutar una noche de diversión entre amigas. Su encuentro, sin embargo, es interrumpido, primero por los sentimientos de celos que surgen en Carson, y luego por invasores perversos que destruyen la velada para las jóvenes.
Esta historia, que es contada en lo que parecen ser las calles y playas nocturnas de Los Angeles, reta al espectador a juzgar o a no juzgar a sus personajes, quienes son todas víctimas de una agresión con consecuencias devastadoras. El poder de esta narración yace en una sola decisión y como recontextualiza todo el resto del film.
El dibujo de un pez retrata un momento difícil de la juventud en el que la protagonista está a medio camino de ser una individua separada de su padre, al mismo tiempo que necesita de él como una red de apoyo emocional.
Miles de Kilómetros lejos de las playas estadounidenses, Soeur Jarariju (2019) pinta una escena apocalíptica alrededor de la vida de Viviana y Yandris, dos adolescentes Wayuu, una de las cuales está en un literal rito de paso para convertirse en mujer. Este cortometraje de Jorge Cadena nos da una mirada a las tradiciones y el estilo de vida de este grupo indígena en el mundo moderno y cómo la explotación minera ha destruido la tierra. El relato de estas hermanas se hace doloroso de ver, ya que mientras más nos vamos adentrando en las tradiciones de su cultura, más ominoso y terrorífico se hace el inevitable avance de las máquinas que devoran todo a su alrededor.
La crudeza de esta realidad se vuelve más palpable gracias a la forma íntima en la que el director cuenta la historia. Esta yuxtaposición dramática alcanza un clímax emocional tremendo luego de la muerte del papá de las hermanas. Alrededor de su cuerpo se reunió todo su pueblo para llorar su muerte, mientras que las alarmas ensordecedoras de las máquinas aullaban en el fondo. Sin caer en el exotismo, Jorge Cadena logra contar una realidad devastadora, cuyo final no deja claro si hay esperanza o no.
Hablando de esperanza, en 1990 Rodrigo D. No futuro (Víctor Gaviria) retrató la realidad de la juventud Medellinense y su fatalidad inevitable. Recientemente, Los Conductos (Camilo Restrepo, 2020) retoma esa idea y reflexiona, desde una mirada más estilizada, sobre el destino en Colombia. Frente a esto, sale Las Pirañas (Anderson Ascanio, 2021) como una narrativa actualizada de la vida de Rodrigo que rechaza esos destinos fatalistas por medio de una rebeldía impetuosa que recuerda a Los Nadie (Juan Sebastián Mesa, 2016). Tantas comparaciones no son gratuitas, pero este film es más que una colección de influencias. Anderson Ascanio toma elementos de todas estas obras para contar la historia de un joven en busca de un futuro diferente.
Juan Pablo, el protagonista de la película, es en muchos aspectos similar a Rodrigo, pero mientras el último es caracterizado más por el despropósito y el abandono, Juan Pablo es impulsado por la incomodidad y rabia por la falta de reconocimiento. Las Pirañas utiliza su diseño de sonido para arrastrarnos a la mente de Juan Pablo, en donde compartimos con él la calma que le transmite su música, lo cual contrasta fuertemente con la molestia que le causa su vida. Sin romantizar a su protagonista y sin hundirlo en la tragedia, Las Pirañas ofrece una respuesta al no futuro, el cual, ojalá, desaparezca eventualmente.
…sale Las Pirañas (Anderson Ascanio, 2021) como una narrativa actualizada de la vida de Rodrigo que rechaza esos destinos fatalistas por medio de una rebeldía impetuosa que recuerda a Los Nadie (Juan Sebastián Mesa, 2016).
Por último, Mauricio Maldonado muestra en su tercer cortometraje, Las Fauces (2020), un universo fantasmagórico con estilo urbano. En esta narración mítica cargada de temas de soledad, identidad, juventud y violencia, el director nos transporta por un paisaje boscoso, rodeado de niebla y habitado por guerreros tribales que cabalgan sobre DT’s, un escenario entre lo fantástico y lo realista. Este universo tiene unas reglas, y una historia que no conocemos, pidiéndole al espectador que se enrede en sus imágenes y símbolos implícitos, invitando a crear conexiones temáticas de manera libre, pero sin dejar de lado los temas centrales que quiere discutir.
La exploración de estos temas de una manera tan experimental hace inolvidable a este cortometraje, al igual que el tratamiento estético que te transporta a este universo paralelo, purgatorio de neas en donde la naturaleza fría convive con luces de neón. Los personajes de esta historia encajan de manera perfecta con su paisaje y enriquecen la experiencia. Aunque el argumento deja pocas respuestas y muchas preguntas, el corto logra llegar a una conclusión satisfactoria. Un cierre al ritual que el protagonista vivió durante el film sin que nos diéramos cuenta.