Ángela Cardona
Desde el pasado 25 de noviembre se celebró en Medellín la primera versión del Festival Miradas con una muestra que trajo algunos de los mejores filmes realizados en la ciudad en los últimos años, entre estos Una Madre, una película que sin duda logró conmover al público y no le sobraron elogios ni comentarios positivos de los asistentes en su presentación.
Diógenes Cuevas dirige su ópera prima y nos presenta un filme valiente y sincero, donde narra la historia de un hijo que busca a su madre, quien padece un trastorno mental y, al encontrarla, nos adentra en una odisea de altibajos y emociones que deben enfrentar tanto ambos personajes como el espectador.
…aquí es el hijo quién tiene el impulso y carga el peso de las decisiones para lograr mantener o, incluso, tener su familia.
Alejandro y Dora están sin rumbo entre montañas y, más allá de un destino físico, se puede sentir que no hay muchas posibilidades ante las circunstancias de ambos, y es a través de esto que el director logra tocar fibras profundas, por lo que sorprende que este sea su primer largometraje, pues en él se ve una mirada de autor y un estilo tan claro que da cuenta de su preparación para este rol y el innegable talento que va de la mano de una profunda sensibilidad para narrar.
Además de su dirección hay que resaltar las actuaciones de sus protagonistas, pues José Restrepo, quien interpreta a Alejandro, logra un equilibrio perfecto con Marcela Valencia, quien da vida a Dora, y ambos encarnan la relación de hijo y madre, siendo en este caso el amor de él lo que conduce la película; ella por otro lado, con su ingenuidad y también sus momentos de locura, es la que le pone el ritmo y en esto tal vez se puede diferenciar de las no tan escasas obras sobre las madres, pues aquí es el hijo quién tiene el impulso y carga el peso de las decisiones para lograr mantener o, incluso, tener su familia.
Esta coproducción entre Colombia y Argentina nos embarca entre los paisajes y las montañas de Antioquia y a través de este viaje de emociones en los que, como espectadores, se pasa del amor y la ternura a la locura. En ese mismo recorrido es imposible no cuestionarse el concepto de familia, de cordura y de lo que representa ser mujer y su deber ser.
Es entonces una película sincera que habla de temas y sentimientos de los que nadie quiere hablar, porque tal como lo relatan en el filme, “a los locos nadie los quiere mostrar” y esto es lo que hace que una obra como esta sea tan necesaria, interpelando de una forma maestra al espectador, también de una manera íntima, profunda y reflexiva, generando inquietudes de todo aquello que se quiere ocultar.