Verónica Salazar
Más que difícil, lograr la producción de una película animada en Colombia es un evento fortuito. El cine de nuestro país favorece ciertos formatos, temas y estructuras narrativas de las que este filme se aleja. La otra forma, una coproducción de Colombia y Brasil dirigida por Diego Felipe Guzmán, nos plantea un mundo distópico del que los personajes quieren escapar a toda costa, y por ello intentan encajar en las formas impuestas y artificiales que se les presentan. En este caso geométricas.
Con un planteamiento inicial simple, la historia se transforma a una estructura más bien compleja ante la audiencia, pues la película no contiene diálogos, el drama se propulsa a través del sonido y la música, con una animación muy bien lograda y pocos personajes principales, lo que ayuda a comprender la base del relato: nos encontramos en un futuro donde los humanos buscan salir del planeta Tierra y emigrar a la Luna, la cual ya han intervenido y convertido en un cubo. Para ser elegibles y lograr ir a su soñado destino, al cual llaman Paraíso, las personas deben encajar en figuras tipo Tetris, que finalmente forman prismas y así son lanzados al espacio exterior.
… al ser un filme que requiere de mucho esfuerzo por parte del espectador, logra entretener y entrega lo que promete: una historia compleja y la posibilidad de reflexionar sobre el valor de la autenticidad.
Es una historia llena de ansiedades, pues habla de la obsesión, del no pertenecer, de querer salir de un mundo que ya no es viable, de lastimarse física y mentalmente por encajar en impositivos moldes que venden falso bienestar. Es una lectura del malestar cultural contemporáneo y de la propagación de ideas en masa, con lo que muchas personas se pueden identificar. La parte difícil, en este caso, es identificarse con el aspecto estético. Esto se debe al estilo de animación que es un poco grotesco, al parecer, con el fin de incomodar y generar aún más ansiedad. Sin embargo, al ser un filme que requiere de mucho esfuerzo por parte del espectador, logra entretener y entrega lo que promete: una historia compleja y la posibilidad de reflexionar sobre el valor de la autenticidad.
Con éxito y premios en su paso por festivals, como el Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña, el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy y el Festival Chilemonos, La otra forma demuestra buena factura y un efecto inspirador en la audiencia. No es una película fácil de ver, pero sí vale la pena acercarse a su mensaje. Además, con una excelente estrategia de redes sociales la distribución del filme deja un ejemplo para los demás; hasta crearon un filtro de Instagram para promover el engagement con los espectadores y abrir la puerta a que ellos también fueran parte de la película a través de las redes.
Es de memorar el mensaje que deja La otra forma, pues hace una lectura muy aproximada del mundo que habitamos y llena el relato con una conjunción de arte, música y detalles que llaman la atención, pero también le piden al espectador su participación. Este debe hacerse preguntas, crear hipótesis e irlas contrastando, comparando y descartando a medida que avanza el filme mudo (aunque no silente). Sin embargo, no es necesario el diálogo para comprender lo que ocurre ni el nivel de profundidad que alcanza la película. Pocas producciones tratan a su audiencia como otro elemento de la historia y esta lo hace con éxito.