Modos de representación de la subcultura punk en Colombia

Valentina Vasco Restrepo

“Odio los videos que dominan los sentidos
Y a Rodrigo D porque nos ha mentido”
GP

Así manifestaba la banda GP, en 1993, una polémica popular dentro de la subcultura punk con respecto a la película Rodrigo D: no futuro (Víctor Gaviria, 1990), por un lado, se alegaba que no hubo claridad sobre el uso de música en la cinta y la retribución que recibirían los autores (Bravo, 2016), y por el otro, se rechazaba la forma de representación de los punks:

“Y es en esto donde los realizadores de la película cometen el grave error de MEZCLAR el ambiente de nosotros con el de un grupo de individuos dedicados a todo menos a escuchar y sentir la música, lo que origina que irremediablemente los que vean la película relacionen el ambiente de los Punk y de los Metaleros con el de los traquetos”. (Alzate, 1989)

Nuevamente el cine se encontraba bajo la lupa del “cómo deben ser las cosas”, de la manera “correcta” de representar y de la fidelidad con la “realidad”. Causa molestia la existencia de personajes en los que coexiste el ambiente musical con el hecho de ser traqueto, al implicar esto algo negativo. Aunque no se puede pretender tapar el sol con un dedo y negar la existencia de una persona así y mucho menos caer en el estereotipo de que todos los punkeros son Destroy[1].

 

En Los nadie (Juan Sebastián Mesa, 2016) se actualiza el modo de representación, aquí hay una exploración más variada al desarrollar más el mundo íntimo de los personajes, no solo está el deambular por las calles que siempre ha sido un punto importante en la subcultura, sino también los oficios, y las instituciones como la familia y la religión. En Rodrigo D los personajes se diferencian por las acciones que realizan, a excepción de Rodrigo, que destaca por ser el protagonista y moverse a un ritmo distinto a los demás. En Los nadie se logra diferenciarlos e identificarlos más como individuos por esa vida personal, sin embargo, la película los conecta no solo por medio de la música sino a través de un objetivo común. Se hace poco sutil el aspecto marginal que los envuelve, explícito desde el mismo título de la película, el punkero pareciese ser sólo víctima y no victimario a la vez como en el filme anterior.

En Rodrigo D los personajes se diferencian por las acciones que realizan, a excepción de Rodrigo, que destaca por ser el protagonista y moverse a un ritmo distinto a los demás. En Los nadie se logra diferenciarlos e identificarlos más como individuos por esa vida personal …

No se ha manifestado un descontento fuerte por la imagen del punkero en esta película, ya que dentro de la misma hay tópicos muy afines a la subcultura, como el hecho de tejer lazos a partir del entorno musical. Este es un punto de convergencia que impulsa esa idea de liberación en los personajes, muy distinta a la proyectada en Rodrigo D, a pesar de compartir letras que siempre han apuntado a lo mismo. Siguiendo el rumbo de cada personaje se construye empatía y se comparte el malestar por sus adversidades, hay cierta romantización por su estilo de vida alternativo y el objetivo común.

En la película de Mesa, la imagen proyectada no genera influencia negativa sobre el imaginario colectivo, en parte porque en la actualidad la sociedad se ha acostumbrado a esos seres que antes provocaban aversión, sin embargo, su lugar en la estructura social se conserva: se acepta, pero sigue siendo parte de ese mundo marginal.

La subcultura punk se ha diversificado al punto en el que el modo de representación que propone Fósforos mojados (Sebastián Duque, 2022) no es tan ajeno a lo que se vería en la calle. Se conserva la socio-estética y el espíritu rebelde, se rompe con el radicalismo puritano de algunos otros que parecen inclinarse más hacia el fascismo que a los ideales que se comparten en la escena punk.

En la película los personajes evidencian distintos puntos de vista que se viven en la subcultura, están quienes son capaces incluso de bailar en discotecas otros ritmos, hasta los mismos que cuestionan ese comportamiento, por ejemplo. Es interesante que no deja de lado el hecho de que son jóvenes inmersos en el mundo digital, a pesar de no ser el tema central, rompe con la figura del punkero estática en el tiempo producto de la nostalgia por el pasado.

Un tópico presente en la película, y a su vez en cualquier subcultura no necesariamente la punkera, es esa otra familia que trasciende del lazo sanguíneo y que se instaura a modo de refugio. En el filme está la figura del vieja guardia, que funciona como un apoyo para uno de los protagonistas. En las subculturas, una de las maneras en las que se forja la identidad es por medio de la capacidad de reconocerse en los otros, y es curioso que en el punk está esa idea de pertenecer y al mismo tiempo no, sin embargo, una de las ideas que surgen a partir de la película es que, a pesar de las adversidades, el espíritu rebelde del punk y los lazos creados a partir de él es lo que queda y acompaña.

Esta película del 2022 aún no ha llegado a circuitos subterráneos como para conocer la receptividad dentro de la subcultura.

Algo importante para mencionar, es la imagen de la mujer punkera, problemática dentro de la misma escena punk, a causa del machismo y la misoginia que incluso aún en estos tiempos sigue presente. En Rodrigo D está la escena de las metaleras interpretadas por Vicky y Piedad Castro, dos de las mujeres más importantes dentro del punk colombiano, que, sin embargo, al momento de coger el micrófono, son menos preciadas y no poseen protagonismo dentro de la historia. Hay por ahí un plano con una extra en un pogo pero nada más. En Los nadie las cosas cambian. En el concierto se nota la presencia de muchas mujeres e incluso hay dos que son protagonistas y que son activas en la escena punk, sin embargo, su papel frente al resto de amigos pareciera apenas de acompañantes, a pesar de compartir el mismo sueño. Esto se nota cuando La Mona le ruega a Pipa que la lleve con él, este tiene la palabra final sobre si hacerla parte o no.

Algo importante para mencionar, es la imagen de la mujer punkera, problemática dentro de la misma escena punk, a causa del machismo y la misoginia que incluso aún en estos tiempos sigue presente.

Por último, en Fósforos mojados, el personaje de Meli empieza siguiendo esa línea de acompañante, pero la cosa cambia cuando coge el micrófono a manera de desfogue, casi como una declaración de su presencia, demostrando sus capacidades más allá de ser la amiga que acompaña y apoya a los miembros de la banda.

Estos personajes femeninos dan cuenta de la evolución de la inclusión de la mujer dentro de la escena punk y ponen en cuestión el trato que reciben por parte de los hombres dentro de la misma.

Pasando a un plano más general, no se trata de decir cuál de estas películas tiene personajes más fieles a la realidad, ya que ninguna de ellas pretende ser una radiografía de la subcultura punk ni parte del cine etnográfico para desarrollar sus historias; y si fuera así ¿Quién dictamina cómo se debe representar y por qué su palabra tiene más validez que cualquier otra? No es posible hablar de un único modo de representación en el cine ya que la misma subcultura punk no es estática y propone abolir la uniformidad, tanto así que los personajes de las tres películas dan cuenta de generaciones distintas que pueden coexistir dentro del mismo movimiento. Este postulado también aplicaría para otros escenarios más allá del punk.

El cine no debería limitarse a crear desde lo que hay en el mundo real buscando curarse en salud con la receptividad que pueda tener una película. En el caso del punk, lo problemático sería si este se convierte en un adorno inaportante para lo que se quiere comunicar, desechando así su naturaleza como medio de expresión política.

 

Referencias

Alzate, Y. (Noviembre de 1989). Rodrigo D No futuro. Nueva Fuerza (3). Medellín.

Bravo, C. A. (2016). La banda ruidosa de una pelíula de (in)culto. Rodrigo D, No Futuro. En C. A. Bravo, Mala Hierba: El surgimiento del punk en el barrio Castilla 1985 – 1995 (págs. 141-142). Medellín.

 

[1] Dentro del punk se refiere a la pasividad ideológica y a las “actitudes o corrientes violentas, negligentes, autodestructivas o antisociales”.