Diógenes, de Leonardo Barbuy

David Sánchez

Diógenes, primer filme del director peruano Leonardo Barbuy, es una obra cinematográfica que fusiona las esencias culturales de Perú y Colombia, surge como un notable ejemplo de colaboración internacional en el ámbito del cine. Coproducida por La Selva Cine, bajo la dirección de Laura Mora y Daniela Abad, la película se destaca por su exploración de los detalles a través de un ritmo deliberadamente pausado y una cuidada estética en blanco y negro.

 

La historia se centra en los hermanos Diógenes y Clemente, interpretados por Gisela Yupa y Cleiner Yupa, quienes viven en una remota aldea andina. La película narra su cotidianidad y la forma en que lidian con la ausencia de su padre, quien les había enseñado una visión idealizada de la vida que contrasta con su realidad actual.

 

La vida de los hermanos se despliega con una naturalidad casi documental, mostrando la simplicidad y las dificultades de la existencia rural en los Andes.

 

La lentitud del filme puede ser un aspecto polarizante entre los espectadores. Sin embargo, este ritmo lento es una herramienta eficaz que permite a la audiencia centrarse en los detalles minuciosos y las expresiones sutiles de los personajes. En esta obra, cada plano y cada mirada adquieren una importancia especial, proporcionando una experiencia inmersiva que invita a la reflexión y a la contemplación. El uso del blanco y negro no solo añade una capa de atemporalidad a la película, sino que también dirige la atención del espectador hacia las texturas, los contrastes y las formas, eliminando cualquier distracción cromática y acentuando la pureza visual del relato.

 

Los protagonistas de la película, Gisela Yupa, Cleiner Yupa y Jorge Pomacanchari, ofrecen actuaciones que reflejan una autenticidad rara vez vista en el cine contemporáneo. Sus diálogos son parcos y su expresividad contenida, lo que refleja fielmente la comunicación en las regiones andinas. Esta elección no es fortuita. Los actores son naturales de la región donde se filmó la película, aportando una genuinidad y una riqueza cultural invaluables. Esta autenticidad se ve reforzada por la preparación que comenzó cuatro años antes, tiempo durante el cual los actores y el equipo se sumergieron en la vida y las costumbres locales, integrándolas de manera orgánica en la narrativa del film.

 

La fotografía del film es sin duda la columna vertebral sobre la cual se construye la obra. El paso del tiempo en la película se utiliza para mostrar a los protagonistas que la vida no es lo que su padre les había enseñado, pero este elemento narrativo parece ser secundario en comparación con la obsesión por la composición visual. Cada plano es cuidadosamente estudiado, cada encuadre es cortado con la precisión de un bisturí de cirujano, creando imágenes que podrían perfectamente ser parte de una exposición fotográfica. Escenas icónicas, como la del hermano frotando la espalda de la protagonista, se convierten en momentos que trascienden la narrativa para convertirse en arte visual puro. Esta atención al detalle visual será especialmente apreciada por los amantes de la fotografía, los ángulos y los claroscuros.

Esta autenticidad se ve reforzada por la preparación que comenzó cuatro años antes, tiempo durante el cual los actores y el equipo se sumergieron en la vida y las costumbres locales, integrándolas de manera orgánica en la narrativa del film.

La cinta ha tenido un recorrido notable en el circuito de festivales de cine, destacándose en eventos prestigiosos y obteniendo múltiples reconocimientos. En el Festival de Cine de Málaga 2023 la película ganó dos premios en la sección Zonazine: mejor dirección y mejor película, marcando su estreno mundial con gran éxito. Este logro fue seguido por su selección en otros festivales importantes como Cinelatino Toulouse y el Festival de Cine Peruano en París. La participación en estos festivales no solo es un honor, sino una necesidad vital para el cine peruano, proporcionando una plataforma esencial para que obras de alta calidad sean descubiertas por audiencias internacionales. Aparte de esto, hay que destacar lo importante del estreno del filme en un país clave en el cine como es Francia.

 

El éxito de Diógenes en festivales internacionales no es un caso aislado. La sección Focus Perú, del Festival de Cine de América Latina de Biarritz, fue testigo de la presentación de otras películas de gran calidad, como Manco Capac de Henry Vallejo, demostrando que las regiones peruanas son un fértil terreno creativo para el cine.

 

Este es el caso de una película que ejemplifica cómo la pasión y el talento pueden superar cualquier barrera, incluida la falta de formación formal en escuelas de cine.