Entrevista a Amaranta Fiquitiva y Joaquín Uribe

Sumidos en el laberinto

Óscar Iván Montoya

Omar Bautista, el protagonista de Minotauro, tiene tantas personalidades que, más que un psicoanalista, lo que necesita es un recreacionista. Mitómano desatado, timador infatigable, camellador de calle neto, convicto por un homicidio al que está condenado por veinte años, tiene, al comienzo del documental, la oportunidad que le brinda el sistema penitenciario colombiano para salir por 72 horas de la cárcel, después de ocho años de encierro. Con el fin de indagar en lo que hace Bautista con ese tiempo libre, el director Joaquín Uribe decide seguirlo durante esos tres días para encontrar el significado de la libertad para un preso. Si bien su director tenía planeado en su cabeza un documental diferente, no pensó en ningún momento que estuviera a punto de salírsele de las manos, y luego de varios traspiés y encontronazos con su protagonista, logró entender que la libertad es un concepto diferente para cada ser humano.

 

Omar Bautista es un personaje complejo y a la vez fascinante, un hombre camaleónico y escurridizo, que en Minotauro se revela como un hombre carismático e irreverente que rehúsa a ser encasillado bajo la concepción del preso arrepentido y deseoso de ser aceptado de nuevo por la sociedad: “Omar quiere la libertad, pero quizás no en el sentido en que solemos aceptar este concepto: como algo que se da por hecho, cimentado en el derecho a ser quienes somos mientras cumplamos con las reglas. Nos sentimos ‘libres’ por el hecho de no estar en una cárcel. El primer desconcierto, la primera duda con la que comienzo a asumir este documental, es que quizás Omar no necesariamente desea esa misma libertad”, subraya Joaquín Uribe.

 

Entonces Minotauro se vuelve, en ese sentido, una película de tire y afloje entre un personaje que quiere hacer lo que se le da la gana y un director que necesita reencauzar su propuesta, entre otras cosas, porque sabe y se lo hace saber a Omar, que la película está siendo realizada con dineros públicos. Y entre ese aparente caos de la película, se logra por momentos develar a un hombre que tiene percepciones radicales sobre la vida y la muerte, que evita en todo momento hablar de arrepentimiento, y que utiliza la fantasía y el delirio para metamorfosear una personalidad que genera tanto rechazo como atracción.

 

Voy a comenzar con Joaquín preguntándote, de dónde te sacaste este personaje tan singular, Omar Bautista, que tiene un palmarés de lo más impresionante, acá no más en el press kit mencionan de él que fue, o sigue siendo, actor de teatro, que fue traficante de esmeraldas en Tokio, curador de arte, travesti endemoniado, fiscal corrupto, y su papel más largo: convicto, fue condenado a veinte años de prisión por homicidio. ¿Cuáles fueron los encantos que sacaste a relucir para convencerlo de que participara en el proyecto, o al hombrecito no había que convencerlo de nada?

 

Eso comenzó hace como cinco o seis años por un amigo profesor de arte que trabaja en la cárcel La Modelo, y fui a parar allá al patio de internos en donde funcionaba el grupo de teatro conformado por los mismos presos, y la idea era ir y mirar cómo se desenvolvía la vuelta, y mi amigo Lucas Ospina, que era el encargado directo, me contó que había un señor llamado Omar Bautista, que acababa de recibir el beneficio de las 72 horas por primera vez después de estar ocho años encerrado, el tipo iba  a salir y quería hacer un registro sobre lo que sucediera en esa salida, y bueno iba a necesitar una persona que grabara las cosas que le pasaban a Omar, luego resocializando y haciendo todo lo que supuestamente hacen los presos cuando les dan esta clase de permisos. Esa fue una de las premisas que yo me llevé a ese primer encuentro, y fue cuando conocía a Omar, y el man resultó siendo bastante particular, con una personalidad desbordante, histriónica, camaleónica, y de una comenzó a echar su cuento y que tal, y bueno, yo en ese momento me imaginé una película de seguimiento a un personaje que sale eventualmente de la cárcel, y que aprovechaba al máximo ese tiempo para ir a reconciliarse con la familia, o buscar un trabajo, porque se supone que para eso es esa clase de permisos: para que el penado pueda realizar su tránsito a de manera gradual a la comunidad.

… Omar Bautista, que acababa de recibir el beneficio de las 72 horas por primera vez después de estar ocho años encerrado, el tipo iba  a salir y quería hacer un registro sobre lo que sucediera en esa salida, y bueno iba a necesitar una persona que grabara las cosas que le pasaban …

La cosa fue que con Omar la vaina no funcionó como lo teníamos planeado, entonces paila, y más tarde me di cuenta que lo que el man quería era actuar, se metió severo viaje, comenzando por todos los personajes que el hombrecito se imaginaba, lo que desembocó en que a mí me tocó lidiar con alguien que a toda hora te echaba un cuento distinto, y que lo que en realidad lo que quería era interpretar un personaje, y echar discursos y estar en el centro de la escena. La verdad fue que en determinado momento me sentí demasiado embolatado, y ese fue el inicio de Minotauro.

 

Amaranta, y sabiendo de ese tipo de eventualidades que les salieron al paso, de todos esos chicharrones y ajustes que tuvieron que realizar sobre la marcha, yo leí unas declaraciones tuyas en las que puntualizabas que “era muy importante hacer una planeación, pero lo más crucial es la flexibilidad para adaptarse a las circunstancias y saber aprovecharlas”. ¿De qué manera se pueden capitalizar estas circunstancias, todo ese caos que les planteó este rodaje y este personaje en particular, y que este factor no se convierta en una fuente de frustración, sino encontrar una motivación extra ante este tipo de desafíos?

 

Yo creo que toda la peli, dramatúrgicamente hablando, se asemeja mucho a lo que nosotros desde producción y logística tuvimos que hacer para sacar la película adelante, y adquirió todo un sentido toda esa cuestión de los obstáculos, lo intempestivo, lo azaroso e inesperado que había a todo momento que resolver. Esa fue la tónica de todo el proceso desde el “vamos”, y en la misma peli vemos cómo se convierte en uno de los detonantes de la acción, pues se hace evidente cómo un director tiene su plan de rodaje, y constantemente las circunstancias, tanto como el personaje, están modificándolo a cada momento. Eso en términos dramatúrgicos, y en términos de logística , era básicamente lo que estaba pasando en escena, y lo que más me queda de haber afrontado esos momentos, es lo que mencionaste en tu pregunta de cómo no convertir cada uno de estos imprevistos en una fuente adicional de desasosiego, sino encarar los inconvenientes y chicharrones de la mejor manera, pues siempre van a estar ahí, y es muy extraño el rodaje o el proyecto en su conjunto que no tenga sus chicharrones para solucionar a nivel de creación o producción; por darte un ejemplo, yo entré al proyecto en 2020 y la pandemia arrancó como a las tres semanas, y entonces el postulado de “vamos a hacer una película de un preso que sale 72 horas después de 8 años de prisión” se fue al piso, y lo que nos sucedió, como le sucedió a casi todo el mundo, fue que nos tocó familiarizarnos con la tecnología, conectarnos y socializar con los nuevos dispositivos, pues en medio del despelote del momento, esa fue una ventana que se abrió para Joaquín y para mí, y estoy completamente segura que nunca hubiéramos sacado tanto partido a estas nuevas herramientas en una situación normal, comenzando por el mismo Omar dentro de la misma cárcel, teniendo él mismo esa pulsión por estar comunicándose constantemente.

 

Joaquín, para seguir en la tónica que planteó Amaranta, y en la manera en cómo te fuiste involucrando en el rodaje como personaje, casi que de contrapunto, de antagonista de Omar si se quiere, ¿a qué herramientas o facetas conocidas o desconocidas de tu personalidad tuviste que echar mano para estar a la altura del personaje, o por lo menos para no desmerecerlo? ¿Cómo fue tu acercamiento al “personaje del director”?

 

Yo creo que ahí estriba mi rollo particular con este trabajo en particular, y es que terminé untado hasta el cuello, por eso no es raro que alguien lo denomine como documental sino como “docuterapia” (Risas). Conscientemente yo no quería ser el director que se expone, porque existe un lugar que es mucho más cómodo, y es el del director que conserva una compostura, que no interviene de forma explícita en la película, que mantiene cierta curiosidad distante, que es básicamente la de un observador de lo que le pasa a los demás, y es a la vez el portador o el traductor de un mensaje que va de la realidad a la imaginación del espectador sin que haya mayores cortocircuitos.

Yo creo que ahí estriba mi rollo particular con este trabajo en particular, y es que terminé untado hasta el cuello, por eso no es raro que alguien lo denomine como documental sino como “docuterapia” (Risas).

Así más o menos me imaginaba la vuelta con Omar, pero así no fue la vuelta, porque de entrada un preso al que le dan la oportunidad de salir en ocho años, y sale disfrazado con ese traje de cortesano versallesco, puro Luis XV, de zapatillas rococó confeccionadas por él mismo, y que a su vez está echando todo el tiempo un montón de cuentos, siempre sumido en sus monólogos, tramando a toda hora la siguiente jugada, y cualquier pregunta que yo le hiciera al respecto la llevaba por otro lado, como un político bien mañoso, aparte que conoce la calle muy bien, y yo en realidad no me considero un animal de calle, y es lo que sucede cuando viene alguien que tiene tanta carretera encima, que se encuentra con alguien que viene prácticamente de otro mundo, o por lo menos de otros ambientes, y entonces comienzan a ocurrir cosas complicadas.

 

Por un lado está Joaquín Uribe con su mentalidad cartesiana y su educación universitaria, y por el otro lado ese tipo en esa anarquía tan infernal, con ese temperamento tan desbordante, que me recordó por momentos la relación que mantuvieron el director alemán Werner Herzog y su actor fetiche Klaus Kinski, y que quedó plasmada en Mi enemigo íntimo (1999), el documental que da cuenta de las peripecias, por decir algo, que le tocó sortear a Herzog para que Kinski le diera las tomas que necesitaba para su trabajo, sobre todo en Aguirre la ira de Dios y en Fitzcarraldo, y después dejarlo que se fuera a hacer sus putas rabietas donde le diera la gana.

 

Claro, y en mi caso Omar la tenía clara desde el principio que él estaba actuando, y que su programa se estaba dando a través de la actuación. Él lo que quería era actuar, quería hacer una película del robo de un banco, entonces me decía: “Venga don Joaquín le cuento una historia que tengo planeada”, o “Venga le cuento cómo quiero que me muestre en el juicio en el cual que me condenaron”, y después otra propuesta más loca, y yo al principio como que trataba de montarme por lo menos mentalmente en cada uno de sus rollos, pero nunca pude encontrar la continuidad, lo que había siempre era un personaje resbaloso, inaprensible, liso, como dice el dicho: “Más liso que un marrano enjabonado” (Risas).

 

Amaranta, me llamó la atención, a nivel de producción, las imágenes de archivo de los presos en sus actividades cotidianas, los traslados, el registro de la función en la Cinemateca. ¿Desde tu equipo cómo fue la gestión para ingresar a las instalaciones de la cárcel, que crean esa sensación tan vívida de estar al interior de la candela misma, la labor de rastreo e investigación para conseguir esos registros, sobre todo al final, con esas imágenes del motín?

 

No encuentro la forma de llamar de una manera políticamente correcta a lo que sucedió en 2020 en la cárcel La Modelo, en plena época de la pandemia, de las que obtuvimos registros que dudamos mucho entre usar y no usar, entre las muchas que había enviado Omar, y otras que hacía parte de una revista virtual que Omar tenía con otros presos, en donde compartían videos y grabaciones. Esa fue también la manera como se consiguió que la gente de afuera se diera cuenta de lo que estaba sucediendo al interior de la cárcel. Ocurrió algo muy similar a lo que se denomina una masacre. Todo lo que tenga que ver con La Modelo es complicado.

 

No más la semana anterior, 18 de mayo 2024, asesinaron a su director en funciones. La cosa con el Sistema Penitenciario es tenaz. Pero más allá de estas imágenes del motín, me gustó mucho unas imágenes al final de la película en la que están los dos juntos, y Omar fumándose un cigarrillo increpa y confronta de cierta manera a Joaquín, y le dice algo así como: “Bueno hermano, ¿qué es lo que vamos a hacer con este proyecto?”. En general me interesa mucho cómo se gestionan estos permisos, qué se permite y qué no, en fin, el esfuerzo que existe detrás de estas pesquisas y movimientos, la planeación y audacia de la gente que se sabe mover en estas aguas turbulentas.

 

Joaquín: La cárcel es un universo de muchas capas, y existen sitios a los que jamás nadie podrá acceder. Existen patios que son pura candela, los hay que son agitados, pero son vivibles, y finalmente están los que son la zona de mostrar, que es precisamente el lugar que mencionas, y que es el patio al que sacan a los presos que tocan trompeta, que hacen teatro, que siembran maticas. En general los que tienen buen comportamiento, y hasta ahí puede uno entrar…

 

Yo quiero decir algo (Interrumpe Amaranta) que tiene que ver con lo que es estrictamente documental y con lo que tiene que ver con algunas puestas en escena, por ejemplo, al principio que Omar está con otros presos y unos guardianes del INPEC, (Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario) esas imágenes se consiguieron porque, como te contó Joaquín, teníamos un contacto en la cárcel, Lucas Ospina, y Joaquín aprovechó que tenía esa especie de derecho que se había adquirido a través de varias gestiones ante diferentes instancias del sistema carcelario y de justicia. Ya los registros de la matanza al interior de La Modelo fueron autoría de los presos, muchos de ellos subidos a YouTube o tomados de otros diferentes lugares y utilizados a manera de material de archivo, y de ninguna manera como si nuestra producción hubiera tenido acceso a la cárcel durante esos días. Y ya lo que preguntas específicamente de Omar fumando un cigarrillo en el patio, u otros momentos de la peli, son puestas en escena, o por lo menos tenía que ver con lo que Joaquín y su intención de recrear situaciones de la vida de Omar, o propuestas que tenía Joaquín a partir de cosas que le había contado Omar de lo que había sido su pasado, con esa peculiar mezcla de recuerdos verdaderos y episodios inventados, que así es más o menos como funciona la cabeza de Omar, que uno nunca sabe qué es real y qué es ficción.

Ya los registros de la matanza al interior de La Modelo fueron autoría de los presos, muchos de ellos subidos a YouTube o tomados de otros diferentes lugares y utilizados a manera de material de archivo …

Por último, Amaranta, quiero preguntarte cómo se financió este proyecto tan loco, porque aparte de un personaje bien desatado, tiene una locación principal bien complicada, se les atravesó la pandemia, y finalmente tuvieron que replantear todo el andamiaje financiero, logístico y humano.

 

Como te mencioné, yo entré al proyecto en 2020, y Joaquín ya venía trabajando desde 2018 como productor y director, y para ese momento él ya había conseguido una parte de la financiación con el FDC, tanto para Desarrollo como para otro estímulo que finalmente no estuvo, que era para algo más pequeño que el resultado final que se obtuvo. Cuando se atravesó la pandemia, cosa extraña, nos sirvió para mucho porque nos obligó a hacer un trabajo más enfocado en la escritura, explorando nuevas formas y puertas para poder seguir adelante en el rodaje, porque necesitábamos obtener todavía recursos de muchas otras partes, contactando a la gente con la que queríamos terminar la película, entre ellos la gente de Clap Studios de Medellín, gente con la que trabajé muy bien, con la que hicimos toda la parte del diseño sonoro, la mezcla, la finalización del sonido, que incluía a la persona que realizó la música original. Esta parte también estuvo englobada por el apoyo que nos brindó Idartes, entonces, al llegar con todos los aspectos bien claros a RTVC, nos encarrilamos ya para darle el terminado final. No obstante la cantidad de requerimientos y papeleos que piden, fue un gran apoyo que no dudo en calificar de fundamental.

 

Joaquín, algo que se hace muy evidente en Minotauro son los constantes vaivenes a los que está sometida tu relación con Omar Bautista, y supongo que en algún momento te agarró el desespero sin saber muy bien qué hacer con ese caramelo. ¿En algún momento se te cayó el carriel con este proyecto, como decimos en el lenguaje popular, que todo se iba ir a la mierda, muchísimo más después del motín y ese verguero tan infernal que se desató en La Modelo?

 

Esa sensación de que la película se había ido al carajo la tuve desde el primer día de rodaje, pero uno no puede abandonar porque, primero, se tienen obligaciones contractuales que no se pueden desatender, y segundo, la curiosidad creciente respecto al personaje fue abarcando cada vez mayor lugar, se fue formando una cosa como laberíntica en torno a nuestra relación. A mí no me gustaba él, no entendía su comportamiento, no me permitía sentirme cómodo en mi papel como director, no me permitía interpelarlo, me obligaba a inventarme cosas con las que no me sentía tranquilo, pero, no obstante, había algo dentro de ese man que me resultaba inquietante, como una oscuridad, como un abismo. También una humanidad muy cascada detrás de toda esa parafernalia, toda esa bufonería, todo ese aparente jugueteo. A mí se me metió algo en la cabeza, que abrió solo su propio camino, y por eso es que finalmente la película termina llamándose Minotauro, porque tiene mucho que ver con el laberinto que supone acercarse al otro.