Esto era/es Colombia, de Hernán D. Arango S.

En busca de generar pensamiento a través del cine

Hernán D. Arango S.

Comunicador social periodista, magíster artes digitales, estudios en filosofía.

 

“El arte debe consolar a los perturbados y perturbar a los cómodos”.

–Atribuido a Bansky–

 

“Todo sucede de una forma tan escueta y trepidante que es imposible

no llegar a sentirse nauseabundo o asfixiado en algún momento”

–A propósito de La Mujer del Animal, García citado por Tobón, 2018–

 

Resumen

El cortometraje cinematográfico experimental Esto era/es Colombia[1] utiliza la repulsión entendida como un afecto moral para incitar a la reflexión crítica sobre las violencias en Colombia. Este texto analizará cómo, a través de diversas técnicas cinematográficas, la película logra este objetivo.

 

En este trabajo audiovisual experimental se combinan componentes narrativos de ficción y no ficción, buscando retratar la deshumanización de personajes violentos en el contexto colombiano, retratándolos en seis categorías, según las denominadas violencias: para desarrollar el perfil de cada uno de los personajes propuestos, se realizó una investigación a través de numerosos textos históricos y académicos y se tomó como referentes múltiples personajes de la vida nacional de épocas diversas. Finalmente, se tomaron en cuenta seis categorías de los que en Colombia podrían considerarse asesinos masivos que obran en pleno uso de sus facultades mentales: guerrilleros; paramilitares; militares y policías que trasgreden sus límites éticos; narcotraficantes; sicarios y políticos corruptos. Una vez desarrollados estos perfiles, se escribieron los relatos que cuentan brevemente sus historias y se redactaron monólogos para cada uno que en tono amenazante. Rompiendo con la cuarta pared, le hablan directamente al espectador lanzando toda clase de intimidaciones e improperios.

 

A través de primeros planos y efectos visuales y sonoros intensos, la obra provoca en el espectador emociones de repulsión, ira y miedo, confrontándolo directamente con la brutalidad y la amenaza que estos personajes representan. Este enfoque no solo expone las violencias intrínsecas de la realidad colombiana, sino que también incita una reflexión crítica sobre sus causas y consecuencias, desafiando al espectador a enfrentar su propia complicidad o indiferencia ante el sufrimiento, situándolo en la posición de una víctima. Además, el cortometraje contribuye a la construcción de una memoria social dinámica a través de sus ficciones basadas en realidades múltiples, resistiendo al olvido y promoviendo la conciencia colectiva sobre la violencia política y social en Colombia.

 

Pensamiento a través del cine

El cine narrativo a través de sus principales discursos reconocibles por el espectador: ficción y documental, refleja realidades tanto como las genera. Su gramática básica y sus estructuras narrativas, consolidadas en poco más de tres décadas desde su nacimiento, están incorporadas en nosotros en tanto sujetos pertenecientes a culturas que hemos asimilado sus diversas convenciones. El cine narrativo es un lenguaje universal que aprendemos a descifrar desde niños, desde antes de acceder siquiera al significado de la palabra escrita.

… cortometraje contribuye a la construcción de una memoria social dinámica a través de sus ficciones basadas en realidades múltiples, resistiendo al olvido y promoviendo la conciencia colectiva sobre la violencia política y social en Colombia.

Por contraste con el cine de ficción y documental, los lenguajes audiovisuales experimentales ignoran o trasgreden las convenciones narrativas[2] puesto que nacen en estrecha relación con las vanguardias de principios del siglo XX, estableciendo, por su naturaleza misma, “…lazos con el arte, y entre ambos fueron tejiendo una historia de cruces y fronteras” (La Ferla 2000, p. 4). Al ser un discurso que ignora o trasgrede las convenciones narrativas[3], sus recursos para impactar en el espectador son otros, como la manipulación visual y sonora que apela al impacto emocional directo. Se requiere mayormente de disposición, análisis y referentes para experienciar sus contenidos que, finalmente, en un número significativo de casos, superan la experimentación formalista y buscan generar pensamiento, generar reflexión apelando a las emociones conjuntas, desde las más básicas, hasta las más intrincadas y entendiendo la emoción desde la perspectiva relativista de la antropología como un constructo social: “Cargada de un tono afectivo, la emoción no tiene realidad en sí misma, no tiene su raíz en la fisiología indiferente a las circunstancias culturales o sociales, no es la naturaleza del hombre lo que habla en ella, sino sus condiciones sociales de existencia.” Afirma David Le Breton (2012, p. 70) a propósito de sus estudios sobre las emociones.

 

El cine, como expresión estética independientemente de sus modos de representación[4] y sus convenciones particulares, tiene el poder de suscitar emociones profundas a través de sus formas y contenidos. Estas emociones no solo nos impactan, sino que también nos instan a reflexionar y nos comprometen con la visión del mundo que los autores, ya sean individuales o colectivos, desean transmitir. A través de sus películas, ellos no solo reflejan la realidad, sino que la critican, la cuestionan y, en ocasiones, la transforman, para bien o para mal[5].

 

Daniel Jerónimo Tobón, en su libro Experiencias del Mal. Afectos morales en el cine colombiano contemporáneo (2020, p. 13), sostiene que el cine es, ante todo, un arte de afectos morales. Esto implica que las emociones, estados de ánimo y actitudes que experimentamos al ver una película no solo reflejan valores, sino que también nos llevan a cuestionar y a posicionarnos éticamente frente a las situaciones presentadas en la pantalla.

 

Desde los estudios cognitivos de la imagen en movimiento, la filosofía de la mente y la sicología cognitiva, planea con claridad y rigor conceptos centrales como empatía, simpatía, compasión y repulsión, desarrollándolos en el marco de los afectos morales en el cine, para luego aplicarlos de manera sistemática y argumentada a grupos de películas que abordan complejos temas presentes en el cine colombiano (Tobón citado por Osorio, 2021)

 

En este sentido, el cine no solo nos entretiene, sino que nos desafía y nos invita a reflexionar sobre lo que consideramos correcto o incorrecto, justo o injusto, moral o inmoral.

 

Partiendo del entendimiento de que el cine tiene el poder de influir en el espectador mediante las emociones, el cortometraje experimental Esto era/es Colombia se propone incomodarlo y situarlo en la posición de víctima frente a los perpetradores del contexto. Al invertir el papel tradicional de la víctima y el observador, el cortometraje convierte al propio espectador en el sujeto vulnerable, confrontándolo con una narrativa que despierta temor y repulsión. Este enfoque desafía las expectativas convencionales del cine al transformar al espectador en el foco de la experiencia, despojándolo de su posición pasiva.

Partiendo del entendimiento de que el cine tiene el poder de influir en el espectador mediante las emociones, el cortometraje experimental Esto era/es Colombia se propone incomodarlo y situarlo en la posición de víctima frente a los perpetradores del contexto.

Cuando el espectador se siente vulnerable, se activa un proceso de empatía y autoconciencia. Esta identificación con la víctima incita a reflexionar sobre las causas y consecuencias de la situación presentada, ya que la experiencia emocional intensa provoca una necesidad de entender y analizar el contexto que genera tales emociones. Al sentir el impacto de la violencia y la injusticia en su propia piel, el espectador no solo reacciona emocionalmente, sino que también busca racionalizar y encontrar sentido a lo que ha vivido, promoviendo así una reflexión crítica en relación con el problema expuesto.

 

Al destacar el papel activo del espectador como la verdadera víctima de la propuesta expresiva y narrativa, Esto era/es Colombia ofrece una crítica de la relación entre el individuo y la representación mediática de la violencia, al desafiar al espectador a confrontar su propia posición. Su objetivo es provocar emociones intensas, como ira, miedo y, sobre todo, repulsión, mediante el uso combinado de diversos recursos cinematográficos propios de la ficción, de la no ficción y del cine y el video experimental monocanal. Se ha destacado que la repulsión no solo es física, sino también moral, vinculada a normas sociales y tabúes. Esto sugiere que la repulsión puede ser tanto una emoción de protección como de separación, delimitando comunidades y defendiéndolas de riesgos biológicos, pero también sociales (Tobón, 2018).

 

Esto era/es Colombia logra retratar relatos ficcionales basados en hechos reales de asesinos masivos en Colombia. Cada personaje, representando diferentes perfiles como sicarios, soldados viciados, guerrilleros sanguinarios, políticos corruptos y narcotraficantes, se presenta de manera directa ante la cámara, hablando en primer plano y transmitiendo amenazas e insultos al espectador, mientras narran cómo llevarán a cabo sus crímenes. La deshumanización de estos personajes, dispuestos a asesinar por razones nimias, egoístas y arbitrarias, es un tema central que se acentúa a través de técnicas avanzadas de montaje y manipulación digital y análoga. Estos métodos revelan de manera progresiva la pérdida de humanidad en sus rostros, transformándolos en figuras ominosas y desfiguradas ante los ojos del espectador. A medida que la narrativa avanza, estos individuos se convierten en una encarnación de la amenaza más siniestra y palpable para un público indefenso.

 

En una nación marcada por múltiples violencias, donde los extremos parecen converger, la percepción de peligro y desolación se magnifica. Los opuestos, en su brutalidad, se asemejan en la experiencia de quienes sufren sus consecuencias. Esta visión destaca la paradoja de una sociedad donde la brutalidad se normaliza y los verdugos, al deshumanizar a sus víctimas, también se deshumanizan a sí mismos. Sin importar su causa o justificación, todos se confunden en un mismo abismo de deshumanización y terror.

 

A medida que la obra avanza, cualquier intento de narrativa coherente se desvanece, dando paso a una exploración profunda de formas reconocibles de violencia mediante recursos retóricos, sonoros y visuales.

 

Recursos cinematográficos

La puesta en escena privilegia primeros y primerísimos planos de los personajes, quienes se dirigen directamente a la cámara, intensificando la sensación de amenaza. Cada personaje es presentado como si fuera parte de una noticia, utilizando voz en off y archivo intervenido. Un ejemplo especialmente perturbador es “Alias Ernesto”, un guerrillero que acaba de asesinar a quince campesinos en el ficticio municipio de Totarito. Cuando este siniestro personaje habla, sus amenazas, basadas en testimonios reales, sugieren tortura y decapitación ante la mera sospecha, sin pruebas, de que su interlocutor es un enemigo mortal.

Un ejemplo especialmente perturbador es “Alias Ernesto”, un guerrillero que acaba de asesinar a quince campesinos en el ficticio municipio de Totarito. Cuando este siniestro personaje habla, sus amenazas, basadas en testimonios reales …

Para todas las intervenciones se planificó una iluminación altamente contrastante a la manera del expresionismo alemán y del denominado cine negro, para crear una atmósfera de tensión y disonancia visual. Se recurrió al uso constante de imágenes de archivo que, aunque ocultan a las víctimas por medio de desenfoques y animaciones sobre imagen real, permiten generar una percepción de realismo y cercanía con la narrativa. El montaje, que alterna las historias a lo largo del relato, se diseñó de manera rítmica y sincopada, con el objetivo de generar tensiones trepidantes. Además, se realizaron intervenciones digitales y análogas en el montaje para crear loops que enfatizan la violencia del discurso, y se utilizaron efectos de pixelación, noise y glish para resaltar la deformidad moral de los personajes. El diseño sonoro fue meticulosamente elaborado para generar y reforzar la violencia propuesta en la trama usando frecuencias medias, interviniendo archivos sonoros y utilizando ecos y distorsiones.

 

Si bien no se apela a una narrativa convencional que presente, desarrolle y resuelva personajes en relación con un objeto de deseo para generar una conexión cercana y profunda con ellos, se logra despertar antipatía y credibilidad mediante la caracterización de los personajes, utilizando además convenciones propias del documental. Estos recursos, sumados a la expresión gestual y la violencia verbal dirigida hacia el espectador por parte de los personajes, buscan provocar una experiencia emocional intensa que estimule pensamientos críticos posteriores.

 

El cortometraje, como ya se señaló, apunta específicamente a generar en el espectador sentimientos de ira, miedo y repulsión. Esta última emoción, la repulsión, es especialmente relevante en este contexto. Una película que provoca esta sensación puede dejar una impresión profunda y duradera en la mente del espectador. La repulsión puede surgir de la contemplación de la violencia, la depravación o la degradación humana. Una película que evoca esta emoción puede llevar al espectador a reflexionar sobre la naturaleza de la humanidad, sus aspectos oscuros y sus límites éticos. Siguiendo el análisis previo sobre la repulsión, se entiende que esta emoción puede ser una poderosa herramienta narrativa para transmitir la gravedad y la brutalidad de los crímenes representados en la pantalla. Al provocar una reacción visceral de repulsión en el espectador, el cortometraje busca, no solo despertar conciencia sobre una violencia principalmente situada en la ruralidad y en la periferia citadina, sino también estimular una reflexión profunda sobre sus causas y consecuencias.

 

Además, al poner al espectador en una posición incómoda y hacerlo confrontar directamente el horror de los actos criminales, el cortometraje desafía las percepciones tradicionales y estereotipadas de la realidad colombiana. Más allá de simplemente exponer la violencia, se busca sumergir al espectador en la experiencia humana de la tragedia, obligándolo, si se dispone a la experiencia propuesta, a confrontar su propia complicidad o indiferencia ante el sufrimiento ajeno.

 

Se busca, además, que estos relatos, arraigados en nuestras experiencias de violencia, contribuyan a la construcción de una memoria social dinámica, como señala Alfaro (2011), quien la define como “una localización del recuerdo dentro del entramado de las relaciones sociales que se concretan en los grupos de pertenencia” (p. 24). Estas narrativas, al recordarnos situaciones que no hemos podido evitar, funcionan como una forma de resistencia al olvido y como un medio para socializar a largo plazo eventos que de otro modo podrían desaparecer de la memoria colectiva, como lo señala Gonzalo Sánchez (2013, p. 89)

 

En Colombia los procesos de construcción de memoria colectiva sobre la violencia política, la mayoría de las veces asignados por el silencio, el miedo, y la represión, encuentran en el arte contemporáneo y en las expresiones culturales escenarios de visibilidad que contrastan con las visiones hegemónicas y las estructuras de poder que tradicionalmente han llamado al olvido y al silencio.

Estas narrativas, al recordarnos situaciones que no hemos podido evitar, funcionan como una forma de resistencia al olvido y como un medio para socializar a largo plazo eventos que de otro modo podrían desaparecer de la memoria colectiva …

Desde esta perspectiva, el arte se convierte en un vehículo para la construcción de sentido y conciencia colectiva, como sostiene Acosta (p. 50), quien afirma que “El arte es, en efecto, uno de los modos mediante los cuales una cultura atraviesa las puertas de su historia y logra verse a sí misma”.

 

El espectador, al interactuar con la obra, aporta sus propios referentes y experiencias, participando así en una suerte de creación colectiva. Sus emociones frente a la obra no son meramente individuales, sino que también son producto de una construcción social y cultural, como lo indica Le Breton (2012, p. 69). Por lo tanto, estas emociones colectivas permiten asegurar el efecto deseado de la obra. Es importante tener un nivel mínimo de memoria colectiva en relación con nuestro propio contexto, sin embargo, se espera que quienes interactúen con la obra y no pertenezcan a Colombia, experimenten emociones y generen reflexiones a partir de sus propias experiencias y de sus propias memorias colectivas relativas a sus propios orígenes.

 

La obra cinematográfica, aprovechando las posibilidades expresivas del cine experimental, busca generar reflexiones a partir de las emociones que despierta, al mismo tiempo que funciona como memoria en sí misma. Cada relato ficticio se basa en una realidad palpable y cercana, inscribiéndose así en la tradición del cine narrativo que, según Nicholls (1991, p. 14), “Utilizando las capacidades de la grabación de sonido y la filmación para reproducir el aspecto físico de las cosas, el filme contribuye a la formación de la memoria colectiva”. La memoria, como señala Gonzalo Sánchez (2013, p. 13), es una expresión de rebeldía frente a la violencia y la impunidad.

 

Con esta película se busca generar una respuesta emocional profunda que desafíe al espectador a enfrentarse con la intraducibilidad del otro. Se pretende que, al experimentar el malestar provocado por la obra, exprese su asombro, su estupor, su rechazo, su indignación moral y su rabia, y que empaticen con la impotencia de aquellos que han sido víctimas en circunstancias similares.

 

Referencias bibliográficas

Le Breton, David (2012). Por una antropología de las emociones, Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad. Nº10. Año 4. Diciembre 2012‐marzo de 2013. Argentina. pp. 69‐79.

La Ferla, Jorge. (2012). Cine expandido, video y ambientes virtuales. En La Ferla, J. (Ed.), El medio es el diseño audiovisual. Manizales, Editorial Universidad de Caldas.

Mejía, Carlos (2018). Arte audiovisual intermedial y la representación de la violencia en Colombia. Medellín, Colombia. Universidad de Antioquia, Facultad de Artes.

Nichols, Bill (1997). La representación de la realidad. Cuestiones y conceptos sobre el documental. Barcelona, España. Editorial Paidós.

Osorio, Oswaldo. (2006). El video arte y la video instalación. (Tesis de maestría). Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.

Osorio, Oswaldo. (2021). Revista Canaguaro No. 2.

Tobón, Daniel Jerónimo (2020). Experiencias del mal. Afectos morales en el cine colombiano contemporáneo. Bogotá. Lasirén Editora.

 

[1] Link película completa: https://youtu.be/SCRQJy5_8cA

[2] El cine experimental es aquel que justamente irrumpe, en diferentes momentos de su historia, como una desestructuración: de formas de representar, estetizar y narrar. (Kozac 2012, p. 40)

[3] Pero siendo la ficción, por su vena comercial y su talante popular, el discurso hegemónico, la experimentación de la que habla el cine y el video experimental surge en contraposición a los cánones de la ficción, especialmente aquellos propios de lo que se conoce como el clasicismo cinematográfico, que son esas leyes y convenciones narrativas de la ficción establecidas desde David Griffith y consolidadas durante la Edad de Oro de Hollywood. (Osorio 2018.)

[4] Ficción, documental y experimental.

[5] La consolidación de la imagen de Hitler como un líder ambicioso, poderoso y necesario para Alemania ante los ojos de su propio pueblo, se debe en gran parte al virtuosismo técnico y narrativo desplegado por la directora Leni Riefesnstahl en su documental de 1935 El Triunfo de la Voluntad.