Vanessa María Martínez Angulo
El cine es un arte que mueve almas y conecta universos, y tuve el privilegio de experimentarlo de manera íntima y profunda durante el Encuentro Nacional de Crítica de Cine del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes y sus aliados, y la XVI edición del Festival Internacional de Cine de Cali . Estas jornadas no fueron solo un espacio para ver películas, fueron un laboratorio vivo donde la crítica, la reflexión y el intercambio de ideas elevaron al cine a su máxima expresión: un espejo de nuestras realidades y sueños.
Ser una de los doce seleccionados para participar en el Encuentro Nacional de Crítica de Cine fue un honor y un reto. Cada charla, cada debate y cada proyección confirmaron lo que ya intuía: la crítica cinematográfica no es un ejercicio meramente técnico ni un juicio sobre estética; es una herramienta de interpretación cultural, un puente entre la obra y el espectador que fomenta el pensamiento crítico y permite cuestionar las narrativas que consumimos.
El punto culminante fue el cierre del festival, cuando nosotros, los participantes del Encuentro, tuvimos el privilegio de otorgar el Premio de Crítica Joven a la película La Laguna del Soldado. Este gesto, lejos de ser simbólico, nos hizo comprender la responsabilidad de nuestra labor como críticos. Elegir esta obra no solo fue un reconocimiento a su calidad narrativa y estética, sino también una declaración de principios: el cine que trasciende no solo entretiene, sino que interroga, sacude y propone.
El Encuentro Nacional de Crítica de Cine fue transformador porque rompió paradigmas. Allí entendimos que la crítica no es un espacio de élite, sino una práctica accesible que invita al espectador común a pensar y sentir desde otras perspectivas. En mi caso, como periodista, reflexioné sobre cómo la crítica y el periodismo comparten una misión común: dar herramientas a las audiencias para interpretar el mundo. Este encuentro me recordó que el buen periodismo, como el buen cine, debe cuestionar lo evidente y profundizar en lo oculto.
En mi caso, como periodista, reflexioné sobre cómo la crítica y el periodismo comparten una misión común: dar herramientas a las audiencias para interpretar el mundo.
Todo esto ocurrió en Cali, una ciudad que se reafirma como epicentro cultural del Pacífico colombiano. Más allá de su geografía, Cali se erige como un punto de encuentro donde confluyen voces, lenguajes y miradas de diferentes partes del mundo.
En sus salas de cine, los relatos de países lejanos encuentran eco en las vidas de los caleños y colombianos, creando una simbiosis única entre lo local y lo global. Esta conexión no es casual, es el resultado del esfuerzo continuo de iniciativas como el Festival Internacional de Cine de Cali, que no solo programó una selección impecable, sino que también fomentó el pensamiento crítico y la reflexión colectiva.
Felicito al Festival por su titánica labor, por convertir a Cali en un faro cultural y por crear un espacio donde el cine y la crítica caminan de la mano para transformar conciencias. Este tipo de eventos no solo enriquecerán nuestra percepción del cine; enriquecerán nuestra percepción de la misma vida.
Hoy, al recordar estas jornadas, reafirmo mi compromiso con la crítica y el periodismo como herramientas para el desarrollo cultural. Así como Cali se ha consolidado como epicentro del cine y la crítica, debemos apostar por llevar estas experiencias a territorios alejados de las capitales, donde también existen talentos y narrativas únicas que merecen ser escuchadas, apoyadas y visibilizadas.
Es hora de que la crítica cinematográfica trascienda fronteras geográficas y sociales, para que jóvenes de todas las regiones tengan acceso a estas herramientas que no solo enriquecen el arte, sino que también fomentan el pensamiento crítico y fortalecen la identidad cultural. Que el cine no sea un privilegio de unos pocos, sino un derecho colectivo que impulsa el desarrollo cultural en cada rincón de nuestro país. Este es el desafío, y también la invitación: a soñar, crear y construir un cine que nos represente a todos.