El Titán, de Alexander Giraldo

La sonrisa del metal

Margarita Espinel Villamizar

Los marineros daneses temían a una criatura gigante, un tanto monstruosa e impredecible. Este animal, de comportamiento misterioso y características exóticas, no era aterrador en sí por atacar a los pescadores, incluso en ocasiones estos se veían favorecidos por su presencia, ya que los rumores cuentan que la pesca más grande se daba, sin ellos saberlo, al estar navegando sobre el cuerpo del Kraken. Este majestuoso animal atraía a los peces y permitía que estos fuesen atrapados fácilmente. Lo aterrador del Kraken era que, al sumergirse a gran velocidad en el océano, creaba un remolino capaz de hundir los barcos, por ello era el terror marino de los navegantes nórdicos.

 

Sin lugar a dudas, en términos de cultura y poder, hay ciertos personajes, grupos y artistas que tienen este efecto poderoso, nos arrastran, nos sumergen y nos llevan en ocasiones a nadar a otras aguas, unas veces turbias, otras veces mansas. La música es uno de esos remolinos, es el arte colectivo por excelencia, sumamente poderoso, al punto de degradar la sociedad a niveles que parecen ridículos (especialmente hoy en día con las “composiciones” de ciertos artistas urbanos) o bien poder revelar la expresión libre de la belleza que habita en la mente humana.

 

Ciertamente estamos lejos de comprender las maravillas que alberga nuestro cerebro, la ciencia moderna cada vez más nos demuestra que conocemos tan poco de nuestro universo como de nuestro poder mental; aun así, hay personas que viven para ser, no solo el remolino, sino también el que provee los peces, y esto precisamente es lo que descubrimos con El Titán (2024), un film documental que nos sumerge en la historia del hombre que luchó hasta sus últimos días por romper cadenas, por no resignarse a la miseria.[1]

 

Luego de su trabajo Huella y Camino: Kraken, la historia (2020), Alexander Giraldo deja en claro no solo su pasión y curiosidad por esta banda, sino que complementa de una manera más familiar, incluso más íntima, el camino recorrido por esta agrupación, centrándose claramente en su líder, como un líder verdadero y no como un dictador, su film nos da la mirada de un guerrero y nos ofrece un acercamiento muy fuerte a su personalidad alegre, poética y soñadora; lleva a la audiencia a recorrer calles, tiendas, salas familiares, bares y teatros para descubrir o redescubrir el camino del Titán, Elkin Ramírez, el hombre del rock nacional, el hombre que, en palabras de su padre, “no pertenecía a este mundo”, y en palabras de su madre, “era un lucero”. El artista que ciertamente abrió los ojos de los metaleros y los rockeros colombianos. Hay muchas bandas nacionales que han emprendido batallas titánicas, pero en los recuerdos de la gran mayoría, fue Kraken y la voz de Elkin lo que nos hizo decir “existe el metal en español, existe el metal colombiano”.

…lleva a la audiencia a recorrer calles, tiendas, salas familiares, bares y teatros para descubrir o redescubrir el camino del Titán, Elkin Ramírez, el hombre del rock nacional…

Y cierto es que mil historias se han contado de este hombre que se marchó de su natal Medellín y realizó sus sueños. Materializó sus ideales mientras hacía realidad los anhelos de generaciones que se resistieron a venderse a la violencia y al narcotráfico, sueños de personas que siguen en pie con sudor y lágrimas en un país que incluso hoy tiene muchas heridas qué sanar y que, gracias al arte y a la cultura, va creando una imagen diferente de sí, va abriendo los ojos y viendo más allá de la muerte. Giraldo nos presenta a un Elkin tierno, un hombre de familia, un hijo, padre, esposo y amigo. Un hombre dulce, lleno de ilusiones que puede llegar incluso a considerarse naif a causa de su ternura y bondad, un personaje eterno, una banda para la eternidad y que, a pesar de los cambios y las evoluciones, seguirá en los corazones de los latinoamericanos para siempre. Este film es un recorrido entrañable por una historia de familia. Muchas de sus escenas evocan la conclusión más importante de Sam Dunn en su documental A Headbanger’s Journey (2005) el metal no es solo música, es el sentimiento de que no estás solo, el metal siempre estará ahí para ti.

 

Precisamente un sentimiento de compañía es lo que nos transmite Alexander con su película, lleva a la audiencia a sentirse parte de, a sentirse un miembro más de la banda y, con las innumerables escenas de sonrisa de Elkin, es inevitable sentir simpatía por el personaje, en ocasiones se llena el corazón de nostalgia al oír la voz quebrantada de sus seres queridos al hablar de los últimos instantes compartidos con el Titán y el hecho de tener constantemente fragmentos de las canciones en las escenas lleva a quienes están en la sala a cantar o, cuanto menos, tararear estas letras que acompañaron diferentes momentos, no solo de la historia del país sino también de la historia de los metaleros y, claramente, de la familia Kraken.

 

Podría el público llegar a sentir que esta película es una invitación a seguir de cerca a la banda y a continuar descubriendo su trabajo una y otra vez, pero es tan exigente el público rockero (como dijo el propio Elkin, “no hay público más exigente que el rockero”) que para gran parte de los fanáticos la banda ha muerto, muchos prefieren acercarse cada tanto a los clásicos y llevar solo el recuerdo de lo que fue hasta 2016. Hace poco se presentó, luego de muchos años, en el festival Rock al Parque y claramente las canciones compuestas por Elkin son cantadas a grito herido por los fanáticos mientras que las del nuevo álbum Kraken VII solo reciben un tímido acompañamiento en los coros y en frases épicas como “aquí están los pasos del Titán (…) las palabras del Titán”. No se equivocó Elkin al tachar de exigentes a sus seguidores, pero seguro que él mismo estaría feliz de ver su proyecto crecer y evolucionar en las manos de los músicos que siempre lo acompañaron y en una nueva voz. Por otra parte, hay quienes por amor a la banda adoptan a su nueva cantante y están dispuestos a escuchar los nuevos pasos de este proyecto, que, sin duda, quienes vean este film podrán apreciar aún más, pese a los cambios inevitables.

 

Fotos, viejos vídeos, notas de voz y más, ofrecen a la audiencia una variedad exquisita de recursos, ideal para un documental, este llega a ser incluso interactivo, ya que no solo se viaja a través de las imágenes sino que se permite que cada uno se imagine a Elkin grabando en cassettes sus ideas de coros; es posible imaginar cómo estaba vestido al momento de pintar algunas de sus tantas ilustraciones y, las fotos familiares y de la banda, dejan la huella imborrable de su sonrisa en todo momento. Sus mensajes de agradecimiento se escuchan y se brinda incluso al espectador la oportunidad de ver los comentarios de quienes estuvieron atentos a su paso por el quirófano.

…hay quienes por amor a la banda adoptan a su nueva cantante y están dispuestos a escuchar los nuevos pasos de este proyecto, que, sin duda, quienes vean este film podrán apreciar aún más, pese a los cambios inevitables.

Tener los testimonios de amigos y de colegas en la escena del metal es clave para que aquellos que tal vez no están muy familiarizados con la banda lleguen a dimensionar (al menos un poco) la importancia de este hombre para la música latinoamericana. Alexander Giraldo supo elegir los músicos que, si bien sus carreras musicales iniciaron casi que a la par de Kraken, admiten que la influencia del Titán fortaleció la escena de este tipo de música y esta cultura en América Latina. Grandes referentes del metal latinoamericano en sus diferentes subgéneros como Dilson Díaz (La Pestilencia), Alex Okendo (Masacre), Jorge Fresquet (Kronos), Adrian Barilari (Rata Blanca) y Paul Gillman (Arkángel) resaltan la labor titánica de Elkin por alcanzar un nivel musical digno de ser reconocido como uno de los más grandes del género, por no abandonar sus sueños ni su gente y por preferir dar un mensaje significativo a través del arte en lugar de usar el arte como un simple método para enriquecerse.

 

Si quedaba duda del amor de Elkin Ramírez por su banda y su falta de interés hacia la fama internacional, todo queda corroborado por el testimonio de un amigo cercano que admite su intento fallido de persuadir al Titán para hacer una carrera en solitario, cosa que lamentablemente vemos muy a menudo como tentaciones imposibles de rechazar por otros artistas como Juanes, quien abandonó su proyecto de Ekhymosis para iniciar como solista de música pop y rock en los años 2000.

 

Como es de esperar, la película nos va llevando por el camino del crecimiento de la carrera del Titán, vemos los cambios de Kraken a través de su historia, los cambios en los músicos, la evolución de las letras y la evolución también en la percepción y acogida del público; desde el inicio sabemos que Elkin Ramírez murió, pero Giraldo juega con nosotros siendo lanzados constantemente como una pelota loca que va del pasado al presente, y que finalmente nos deja con el recuerdo de momentos épicos, graciosos y familiares de aquello que fue la última gran batalla de este hombre: la grabación de su tan amado Kraken VI. Son justamente estos vídeos los que hacen que resuenen en nuestras cabezas las palabras “resiste, resiste” como si al repetirlas pudiésemos acompañar a este hombre a culminar su última lucha, pero a la vez, nos encontrásemos dando apoyo a todos aquellos que vivieron estos últimos momentos junto a él, aquellos que tendieron su brazo para sostenerlo y que, extasiados por su tenacidad, llegaron incluso a pensar que era posible tenerlo de vuelta.

 

Lo inevitable, como su nombre lo indica, se presenta a nuestros ojos y aunque la tenacidad de todos aquellos que relatan su relación con Elkín (sus padres, su hijo, sus amigos y sus ex parejas) da cierto aire de resignación, de “ya pasó”, es claro que para muchos la nostalgia invade el alma al ver a la banda, que era más una familia, tocando una de las canciones más amadas por Elkin, una canción que compuso y cantó miles de veces con una sobredosis de pasión y que llevó a tantos fanáticos a llorar y sudar junto a él. Esta nostalgia se construye a lo largo de los 107 minutos mientras se va pintando el mural en su honor, una obra que tantas personas se cruzan día a día en las calles del centro de Medellín, pero que tal vez con el tiempo solo los corazones de los metaleros y rockeros melancólicos les lleven a reparar en él. Para aquellos que han escuchado y explorado su historia, con este film logran completar la lista de razones para afirmar que Elkin Ramírez fue, es y será para siempre, la sonrisa del Metal.

 

 

[1] Hijos del Sur, Kraken III (1990)

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