Laura Montes | @toma20.cine | toma20.com
En esta crónica, el Festival de Cine de Cali cobra vida más allá de las proyecciones; capturando momentos, emociones y reflexiones sobre la cultura y la memoria colectiva de la ciudad.
La salsa retumbaba cada noche en las calles de una ciudad que sigue siendo distrito cultural en Colombia. El suculento viche, con su típico aroma vallecaucano y regusto fuerte, endulzó a sus asistentes, quienes experimentaron los sabores –y saberes– ancestrales del pacífico colombiano. Y un pensamiento colectivo: Cali sabe a cine.
El séptimo arte se fusionó con el sublime paraje vallecaucano y el audiovisual de la región. Después de seis días de una fiesta cinematográfica enérgica en la ciudad de la salsa y el Hollywood colombiano, el pasado domingo 17 de noviembre el Festival Internacional de Cine de Cali terminó su edición número dieciséis. El golpe de Robo, la nueva película de Sebastián Duque, fue la encargada de cerrar con broche de oro. En la Cinemateca La Tertulia –aquel clásico santuario audiovisual caleño– los asistentes se fundieron entre risas y aplausos por la película que cerró uno de los eventos cinematográficos más importantes del país.
Bajo el lema “el cine se proyecta ahora”, se presentaron 124 películas, 54 invitados, 43 espacios, 44 proyectos de industria, 38 actividades académicas, más de 80 aliados, 13 proyectos de guion de cortometraje y doce participantes reflexionando sobre el quehacer de la escritura cinematográfica en el Encuentro Nacional de Crítica de Cine.
Un cierre de suspenso
La noche era aún joven cuando el auditorio de La Tertulia rebosaba en aplausos y alegría. Cientos de personas se reunieron para celebrar las mejores obras nacionales e internacionales de la décimo séptima edición del Festival de Cine de Cali. Pero un reclamo del público sepultó a la sala en un silencio fantasmal. Pedro Adrián Zuluaga, reconocido crítico y además jurado de una de las categorías, protestó contra un error en la lectura de los nominados a largometraje internacional. El propio Alejandro Martín, director artístico del evento, pasó al atril para asegurar la lectura correcta de las películas candidatas. Y la audiencia volvió a palmotear por los galardonados por el FICCALI.
La gran ganadora de la noche fue La laguna del soldado, el documental experimental de Pablo Álvarez Mesa, que se llevó el Premio María a Mejor Película y el Premio de Crítica Joven (otorgado por los participantes del Encuentro Nacional de Crítica de Cine).
Por su parte, la película Golán obtuvo el ansiado galardón Luis Ospina a Mejor Dirección para Orlando Culzat, además del incentivo al Desarrollo Audiovisual de Cali de la Secretaría de Desarrollo Económico. La Torah Tropical de Jimmy Ferguson, Ezra Axelrod y Gloria Nancy Monsalve; en cambio, fue la favorita del público.
…Golán obtuvo el ansiado galardón Luis Ospina a Mejor Dirección para Orlando Culzat, además del incentivo al Desarrollo Audiovisual de Cali de la Secretaría de Desarrollo Económico. La Torah Tropical de Jimmy Ferguson, Ezra Axelrod y Gloria Nancy Monsalve; en cambio, fue la favorita del público.
El cortometraje colombiano La noche del minotauro y la película internacional La transformación de Canuto también ganaron el Premio María a Mejor Película, mientras que el Luis Ospina a Mejor Dirección fue para Leinad Pájaro de la Hoz (Bolier Films) con su cortometraje Un pájaro voló, y el realizador argentino Hernán Rosselli con su largometraje Algo viejo, algo nuevo, algo prestado.
Aunque la noche estuvo llena de premios, laureles, elogios y ovaciones, se respiraba un aire distinto, porque el Festival de Cine de Cali no solo se trata de galardones. También tiene un valor per se: aquel que solo brinda el séptimo arte. Y las grandes voces de este evento lo dejaron claro.
El cine por el cine
“Quien hace películas siempre quiere despertar una emoción en el público (…) el coraje es lo que se necesita para arriesgar tanto para lograr todo lo que queremos. Mil gracias a todos por su coraje”, afirmó Alejandro Martín, director artístico del festival.
Coraje, aquel valor impetuoso con el que se enfrenta la vida. Y el festival de cine de Cali lo ha rezumado en todas sus proyecciones, películas y charlas. Es la valentía, la intrepidez y el denuedo con el que los realizadores se atreven a seguir haciendo cine.
Búsquedas divergentes y nuevas miradas
El festival inició el martes 12 de noviembre en Cali con la proyección de la película mexicana No nos moverán, y tuvo su fin el domingo 17 presentando El golpe de Robo. Marín, el director artístico, también afirmó en la inauguración que continúan con la misma búsqueda de Luis Ospina (reconocido cineasta colombiano y miembro del Grupo de Cali): encontrar filmes donde se rompa la barrera entre el documental, la ficción y el experimental.
Esta exploración estilística se fundamenta a partir de la ‘docuficción’: un híbrido narrativo entre la ficción y el documental, donde los realizadores mezclan situaciones reales con elementos ficticios como actores o recreando momentos que fueron grabados inicialmente. Existen muchos ejemplos de esta modalidad en la actualidad, como Taxi (2015) de Jafar Panahi, Your Name Here (2015) dirigida por B.P. Paquette, o Juventud en marcha (2006) de Pedro Costa. Y la excepcional ópera prima de la directora haitiano-canadiense Miryam Charles del año pasado Cette Maison.
La misión curatorial del FICCALI es clara y su mensaje contundente: inclusión, exploración audiovisual y propuestas estéticas innovadoras. Desde la paridad en la programación de películas dirigidas por hombres y mujeres, la presencia de cines raizales y palenqueros, hasta cintas con diversidad cultural que separan la barrera del documental y la ficción.
La selección oficial de esta edición del festival es rica y potente. Como La laguna del soldado examinando desde el documental experimental la recodificación de la memoria y la identidad colombiana, la deslumbrante Trenque Lauquen y su experiencia colectiva de cuatro horas de metraje, Volveréis y su narrativa cómica al mejor estilo de Woody Allen. Sin mencionar a Su madre: los archivos, que cuestiona las construcciones culturales alrededor de la maternidad y la mujer, o las vanguardias afro en Nyanga, Trans-itar lo negro y marica y El olvido. Además, el cine indígena tomándose la pantalla con Los niños huérfanos y Lambari, o la utopía feminista animada de Isabel Herguera en Los sueños de la sultana, sin olvidar a Priscila Padilla y su exploración de la menstruación en el conflicto armado colombiano en Un nuevo amanecer.
El Festival de Cine de Cali es y siempre ha sido diverso, y así lo demuestra su programación. No solo en paridad de género e inclusión, sino en narrativas que construyen nuevas miradas. Pero queda una pregunta en el aire: si hubiera que resumir su visión estética en una frase, ¿cuál sería?
El Festival de Cine de Cali es y siempre ha sido diverso, y así lo demuestra su programación. No solo en paridad de género e inclusión, sino en narrativas que construyen nuevas miradas.
(Re)imaginar lo (ir)real
Para la verbigracia, dos obras análogas en sus búsquedas de fondo presentadas en FICCALI. En la primera, hay un plano fijo. La bruma se disipa entre la montaña. Y una voz envolvente lee el poema “Mi delirio sobre el Chimbonazo”, escrito en 1822 por Simón Bolívar. Hay tomas estáticas y material intervenido. Y las imágenes construyen una nueva relectura de la identidad colombiana y los artificios sobre los que se ha construido la historia. El filme reflexiona sobre la problematización de la relación de las distintas sociedades con la naturaleza y la destrucción de los territorios. Y por eso, el material fílmico de La laguna del soldado se construye desde el montaje: los planos se pintan artificialmente de rojo. Como una mancha en la identidad y la memoria. Condenados al peor olvido de todos: el propio.
Por su parte, Su madre: los archivos lo dice todo a través de una mirada reimaginada. De jugar con la realidad y romperla. Y así como en La laguna del soldado, destruye el material fílmico para crear el suyo propio y cuestionar el relato que ha impuesto la historia. Laura Indira Guaque, su directora, plantea en este cortometraje una narrativa que no solo ve; sino que acecha, dirige, descubre, debate, objeta, problematiza. A partir del archivo televisivo de los años ochenta hasta la actualidad, la autora se pregunta: ¿Quién impuso una única forma de ser madre? La menstruación, el embarazo, el aborto, el parto, el posparto, la crianza, la relación de las niñas y mujeres con el acto de ser madre, el tratamiento y las dinámicas socioculturales.
No es posible ver ni pensar el cine sin su componente reflexivo; uno que inicia en lo estético, pero se desarrolla desde lo político, social y cultural. Y el FICCALI lo tiene claro. La laguna del soldado y Su madre: los archivos son algunas de las obras de la selección oficial que mejor resumen la propuesta estética del festival: la de edificar nuevos relatos. Quebrar imaginarios culturales y reconstruirlos. Cuestionar la historia. Redirigir miradas y sociedades. El evento cinematográfico más importante de la región se hace preguntas –y no pretende dar respuestas–. (Re)imagina lo (ir)real. Y crea nuevas historias. ¿No es acaso una de las funciones del cine?
El cine cobra vida en la capital del Valle
El Festival Internacional de Cine de Cali es una celebración de todo lo que significa el quehacer cinematográfico: la producción, realización, pero también su escritura –sea el guion o la crítica–. Y ojalá el cine se siga proyectando hoy, ahora, y siempre.