Daniel Tamayo Uribe
Tú que sabes por donde va
Ilumínale con tu luz
Su sendero porque quizás,
No es bueno, no es bueno, quizás no es bueno
Y dile que lo quiero
Luna, compuesta por Juan Gabriel e interpretada por Ana Gabriel
Las películas son al menos dos cosas: luz y oscuridad. Así como iluminan y son iluminadas, sombrean y son sombreadas. Algo así pasa con las Dos veces bestia (2025) de Luis Esguerra Cifuentes. En la película se trata una realidad tanto afirmada y tanto negada: que somos bestias. ¿Las sombras? ¿Lo oscuro? Lo monstruoso en lo humano da tanto para hablar de las barbaridades del poder contra lo que lo amenaza, al igual para aquello que se ha etiquetado como amenazante y que es atacado como una bestia que debe ser eliminada. Son dos usos de las etiquetas de “lo monstruoso” o “lo bestial” asignadas a un lado y al otro. Ahí caben genocidios, segregaciones, discriminaciones, violencias y agresiones estructurales o puntuales. Generalmente en estas situaciones ninguno de los dos lados apropia la expresión con la que ha sido acusado, contrario a lo que pasa en la película de Esguerra, donde un grupo de la población LGBTIQ+, históricamente atacada y tildada de “fenómeno” o “monstruo”, justamente se asume como bestia. Así responde contra aquello que la acecha, lo que también es tomado como bestia.
Ser bestia es una forma de resistencia. ¿Iluminar? ¿Dar luz? La película se enfoca en diferentes individuos que hacen parte de una colectividad, antes que LGBTIQ+, de amigos. Motivados por los juegos, las fantasías, el compartir y diferentes afectos amorosos y eróticos se adentran en “La zona”, semejante a la de Stalker (1979) de Andrei Tarkovski, donde hay una promesa de hacer realidad sueños y deseos. Al igual que aquella en la URSS, la de Colombia representa un espacio fantástico y tentador que, de entrar, supone riesgos. En ambos casos se trata de espacios prohibidos, el soviético constituido de ruinas inhabitables, el paisa más bien de un bosque con formas de vida por descubrir. Los dos, entre ciencia y mitología, atraen y repelen. En esos gestos se dan las formas de bestialidad sobre las que ilumina y da sombra Dos veces bestia.
Hacia la zona
- ¿Usted ha entrado en La zona? ¿Conoce de ella?
- Sí, vivo a 10 kilómetros de ella. Nunca he entrado, pero he escuchado que…
(Sonido de avión sobrevolando interrumpe)
- Espere que pase el avión para que siga hablando.
Las amistades protagonistas de la película son interrogadas y acosadas en primeros planos de entrevista. Ellas a veces mienten y se ríen. Están vestidas de civiles y con caras o uñas pintadas. Cantan música para planchar y les gusta tomarse fotos. Tienen novios o hijos, trabajan regularmente, comen galguerías, son curiosas y sueñan. Ellas son como cualquiera y aun así algo las persigue. Unas personas vestidas con overol como si estuvieran en una zona tóxica y equipados de extraños artefactos buscan. El avión sobrevuela en el lejano cielo ¿Quiénes son? Tal vez la sociedad en general, quizás los sectores conservadores que rechazan a los LGBTIQ+, a lo mejor quien no sea parte o apoye a la comunidad, acaso el que sea. Esa figura que acecha es anónima, simple, vaga. Su identidad permanece en la sombra, fuera de cuadro frente al foco en que aparecen los amigos.
Ellas a veces mienten y se ríen. Están vestidas de civiles y con caras o uñas pintadas. Cantan música para planchar y les gusta tomarse fotos. Tienen novios o hijos, trabajan regularmente, comen galguerías, son curiosas y sueñan.
Unos y otros son, en muchos sentidos, como cualquier persona. Todos comparten al menos una forma de ser bestia: el ser humano. ¿En qué descansa la monstruosidad de esa forma de vida? La existencia animal, social y poética que nos constituye es la posibilidad de la ínfima banalidad y la suprema trascendencia, el peor horror y la suma ternura. Un chiste, una fantasía, un acoso, un beso. En cualquier caso, la probabilidad de la violencia como transgresión del cambio. Es estar vivo. Una bestia es algo que vive. Cualquiera puede usar el overol, pero con este unos juegan y cantan, otros inspeccionan y hostigan ¿Qué diferencia hay con eso?
Dentro de la zona
- Brrrrr brrrrr brrrrr brrrrr (No te acerques, no te acerques)
- ¿Por qué no?
- Bzzzzz bzzzz (¿Me ves?)
- Sí.
- Brrrzz brrz (¿Qué ves?)
- Un bosque y criaturas que parecen humanos, pero no lo son.
- Dmmm dmmm dmmmm (¿Tienes alguna canción pegada últimamente?)
¿Cualquiera puede entrar en La zona? Parece que sí. La amenaza no es de muerte. Una bestia podría entrar, pero son los efectos los que varían. Quizás se corresponden con las formas. La interrogación se va diluyendo, los primeros planos van desapareciendo. Las amistades son observadas con nítidos lentes o ellas mismas graban con viejas cámaras de video. Las cosas se ponen erráticas. Las conversaciones abandonan la formalidad y se sueltan. Hay más sonidos indefinidos como puede serlo un grito, un susurro, un brrrrr. El bosque aparece como un misterioso seductor. A él parecen interesarles las bestias, todas, pero para fines distintos. Lo que hace con ellas tiene que ver con los sueños.
El ser bestia tiene que ver con la fantasía, la posibilidad más o menos manifiesta de la transgresión. ¿Por eso es prohibida esta zona de fantasía en Antioquia? ¿Es la probabilidad de una transgresión? ¿Una violencia entonces? ¿O es que no se quiere dejar que la gente sueñe con un bosque? No sabemos y no nos lo dicen. Lo cierto es que ya no se teme cruzar la línea. Personas con overol entran a la zona, sea a jugar, sea a inspeccionar. Ambos están detrás de la bestialidad. El matiz recae en que los primeros están detrás de su propia bestialidad mientras los segundos van por la de otros. El bosque parece saber esto y los pone a ambos a dormir, solo que unos sueñan y los otros no. Hay hogar y amigos, se puede llegar allí o quedar tirado en medio de los árboles y solo. Ese parece ser el mayor riesgo que se corre en esta zona boscosa y fantástica. El peligro está, quizás, en que perseguir la bestialidad de otro hace que se la criminalice y, además, que se niegue la propia. Ir en busca de esta última, en cambio, da pie para una vinculación más sana con esa naturaleza.
Todo esto me recuerda unas palabras recientemente escritas por el crítico Pedro Adrián Zuluaga: “tropicalizar al monstruo es, sobre todo, liberarlo, para que cumpla su destino de monstruo, aquí, a la vuelta de la esquina, donde las ansiedades sociales acechan”[1].
Fuera de la zona (en la zona)
A lo mejor son las ansiedades sociales las que acechan a estos amigos que abrazan su bestialidad con amor y erotismo. Ellos no buscan aprisionar al monstruo sino liberarlo, al menos a través de la fantasía y el cine. Y son conscientes de ello. Reconocen que hay algo de artificial en el sueño forestal así como en su autoconstrucción identitaria (igual que en la de todos), pero no por eso le quitan la potencia al habitar y enfiestarse en esos territorios. La película adquiere ese rol ficticio para expresar esa segunda vez que se es bestia, cuando se abraza afectuosamente a la primera vez. Frente al acecho, los amigos juegan entre ellos y los árboles de modo que superan el ansia y se lanzan al deseo, cantando a grito herido, mirando coquetamente, jugando verdad o reto. Justamente en el espacio nocturno se produce la invitación tentadora donde habitan sus propios monstruos.
Frente al acecho, los amigos juegan entre ellos y los árboles de modo que superan el ansia y se lanzan al deseo, cantando a grito herido, mirando coquetamente, jugando verdad o reto.
Los protagonistas quedan relativamente iluminados entre lúgubres luces en medio de la oscuridad. El espectro de luz se multiplica. No es por supuesto una luz blanca redentora, pero tampoco se permanece en la profunda oscuridad. Igualmente, no se trata de enfocarse en los grises ni de dilucidar los matices del claroscuro. Estas luces de Dos veces bestia son de colores. Allí se ven más que nada monstruos, sobre todo los que son dos veces. La película se convierte en la zona misma donde las personas pueden abrazarse como bestias, lo que debe ser alguno de los extremos del espectro lumínico, otro lugar social.
¿Cualquier persona puede estar allí? Pues todos hemos soñado con una zona semejante donde los sueños se hacen realidad. La película puede clasificarse como parte del cine LGBTIQ+, pues sus discursos y sus formas son asociables con lo queer y lo trans, lo que responde a una reafirmación de ese ser segunda vez bestia de forma celebratoria y orgullosa. Encantades quedan bajo esas luces nocturnas. Por nuestra parte, nosotros como espectadores, en un buen espacio oscuro y silencioso para ver películas, quedamos también iluminados, aunque sea por unos pocos segundos, bajo las proyecciones de esas luces de colores. ¿Son ellas propiamente LGBTIQ+?
La oscuridad como condición para ver la bestialidad es parte del sentido común. En la penumbra, al finalizar la película, puedes ver la bestia de quien tienes al lado. Y si estás solo, quizás la tuya misma. Si no lo has hecho ya, te preguntas si te abrazarías de forma que seas una segunda vez bestia. Dudas en hacerlo, probablemente temas hacerlo, te da cosa o incluso te produce vértigo, tal vez te da asco y te parezca absurdo. Puede que ni lo consideres. La cuestión es que cuando estamos a oscuras por lo general no vemos mucho y el dilema se torna en si pegar o no el salto al vacío. El mayor riesgo es quedarse dormido y no soñar ¿la muerte? Quizás. Entonces es recomendable probar un abrazo bestial. Lo importante es que sea uno y tal vez mejor en la oscuridad que en la luz.
Eso me hace recordar que las fantasías, lanzadas al mundo, no son propiedad de nadie. El problema es que se puedan lanzar y además no todos llegan a una sala de cine o a un buen lugar oscuro para ver la luz de una película, menos aún de una colombiana como las Dos veces bestia de Esguerra. Para muchos eso no entraña una prioridad y aun así puede ser una verdadera carencia. Me ha dicho un amigo, parafraseando a Herbert Marcuse, que los seres humanos somos criaturas reprimidas que aún pueden fantasear. En otras palabras, ser bestia. En esta ocasión coincide la fantasía del cine con la fantasía del monstruo. Una segunda vez bestia es dar con la sombra en medio de la luz, ver el monstruo en la película.
[1] Texto completo disponible aquí: https://gaceta.co/contenidos/espectros-del-sur-global/