La Salsa vive, de Juan Carvajal

La incansable esperanza de aquel que ha sido perdedor

Margarita Espinel Villamizar

“Todo padre quiere que sus hijos tengan una vida mejor que la de ellos, es la incansable esperanza de aquel que ha sido perdedor”, dice Rubén Blades en una de las tantas entrevistas que hacen parte de esta película documental que no solo nos lleva a conocer más sobre el nacimiento de este hermoso género, sino que nos enseña las motivaciones, sueños y retos de aquellos que ayer y hoy han tenido el valor de apreciar la música y la danza como formas de expresión más que van más allá del entretenimiento. Para los amantes de la música, es indudable que la salsa es un género de potencia y velocidad. Ha estado presente en innumerables fiestas familiares en todas las regiones de nuestro país, ha hecho parte del programa de educación física de colegios públicos y privados y también está en la lista de deseos de fin de año de más de un colombiano: aprender a bailar salsa.

 

Aunque este tipo de música no fue creado en nuestro país, cierto es que sus orígenes son una mezcla inimaginable de ritmos americanos, africanos y puede que muchos más, por ello, en Colombia se ha desarrollado un tipo de salsa que es original, veloz e incluso adictiva, es muy difícil escuchar una buena canción de salsa y no sentir ganas de bailar o por lo menos de menear la cabeza siguiendo el ritmo. La película no solo es interesante para aquellos amantes de la salsa sino para los melómanos en general, porque presenta un recorrido histórico de esta música y, lo más importante, brinda a la audiencia la oportunidad de ver con una mirada crítica el impacto de este género a nivel artístico y social.

 

Si bien la salsa nació en Nueva York, es conocida como un ritmo de los hispanohablantes por excelencia, aunque actualmente se cuenta con grupos de salsa de diversas nacionalidades como La Orquesta de la Luz, de Japón, Calle Real y Bassanótt, de Suecia, Conexión Latina, de Alemania, entre otros, es claro aquí y en China que la salsa es un ritmo de los latinoamericanos, ese sabor y ese son dan fe de ello. Por eso y curiosamente, cuando se conocen personas extranjeras en América Latina, hay una preconcepción de que todos sabemos bailar salsa (nada más lejos de la realidad para nuestro pesar). Pero este film es mucho más que un deleite visual y auditivo ligado a este género, es una historia completa sobre cómo este género nació y pareció morir poco a poco con el paso del tiempo en su país de origen para posteriormente tomar fuerza, renacer de las cenizas como el fénix y convertirse en el género más vivo, bailado y amado en Cali, la capital mundial de la salsa.

 

¿Cómo es posible que la salsa tuviese una fuerte evolución en Cali?

Carvajal se encarga de responder a este interrogante de manera discreta a través de los innumerables testimonios de “pesos pesados de la salsa”. A lo largo de su historia, cada músico, cada artista, provee a la audiencia de un relato original, cosas vividas y cosas que marcaron la vida de cada grupo y de aquellos que tuvieron y han tenido la fortuna de verlos tocar en vivo. La salsa tuvo su época dorada en los Estados Unidos, era el género más curioso, original, bailable y cantable y, precisamente, los artistas más reconocidos tocaban cualquier día de la semana en las calles de Nueva York, no obstante, con el paso del tiempo y la evolución de la industria musical, el género perdió, de cierta manera, sus seguidores más consagrados, perdió popularidad en este país y pese a ser un momento triste, incluso crítico para los artistas, estos encontraron un nuevo centro de operaciones, una audiencia apasionada, loca por el baile y sumamente enamorada de la música: Cali.

La salsa tuvo su época dorada en los Estados Unidos, era el género más curioso, original, bailable y cantable y, precisamente, los artistas más reconocidos tocaban cualquier día de la semana en las calles de Nueva York …

Las fiestas “sanas” en Cali eran las famosas “aguaelulo”, conocidas por ser reuniones juveniles donde la prioridad no era el consumo de alcohol sino de música, estas se realizaban en las tardes (en su mayoría) y era todo un ritual de baile, de probar nuevos pasos y de conquistar el manejo del propio cuerpo para dejarlo fluir al ritmo de la música. Fue precisamente en la rumba donde se aceleró el ritmo de la salsa, a punta de acelerar la reproducción del vinilo nació una de las cosas más hermosas jamás paridas por el arte musical: la salsa rápida, la célebre responsable del movimiento rápido de piernas (maniobra prácticamente inexplicable), la salsa caleña por excelencia, orgullo nacional y activados de caderas no apto para nerviosos.

 

Gracias a un “afortunado experimento”, la salsa en Cali llegó a difundirse y a revolucionar tanto el estilo de baile que hoy el mundial de salsa es uno de los eventos más importantes de danza a nivel internacional, y gracias a esos movimientos rápidos y la integración de acrobacias exóticas y arriesgadas, los caleños son considerados como los mejores bailarines de salsa del planeta.  No está de más mencionar que gracias a esta curiosidad caleña por experimentar nuevos pasos, nuevas velocidades, nuevos colores y nuevos temas en las puestas en escena, la salsa se mantiene viva, sin importar la presencia de otros géneros musicales que cuentan con más difusión y que son más fáciles de producir y difundir. Aunque la salsa caleña fue inicialmente poco comprendida por los artistas de la época como RichieRay, que consideraba que la voz sonaba chillona a tal velocidad, precisamente es gracias a esta aceleración que la salsa ha sabido llegar a los oídos y corazones de los jóvenes incluso hoy. Los innumerables artistas de salsa como los mismo Richie Ray y Bobby Cruz, así como Henry Fiol y la mismísima Celia Cruz han dado fe de la calidez y calidad del público caleño, los conciertos en esta ciudad nunca dejaron de mostrar la gran pasión de sus habitantes por esta música y, afortunadamente, Carvajal con su película nos muestra tiernamente que es una pasión que va de grandes a chicos.

 

La pasión supera fronteras y generaciones

Cali es una ciudad cuyas calles respiran música, la salsa está presente en cada esquina, cada tienda de barrio tiene su equipo de sonido que ambienta desde el trago con los amigos al llegar el fin de semana hasta las victorias del equipo de fútbol amado o los desamores de jóvenes y viejos. Adicionalmente, esta pasión va más allá del simple hecho de escuchar la música o bailar, es una pasión que ha llevado a buena parte de sus habitantes a volverse melómanos, los melómanos y coleccionistas más educados en cuanto a historia de la salsa y que han motivado, precisamente, a los más pequeños a sentir pasión y curiosidad por la música.

 

Entre las diferentes entrevistas de este documental, la diversidad de músicos es exquisita, pero la variedad de historias de melómanos no es menor, coleccionistas centenarios, personajes insignes para la difusión de la salsa en el país como Olimpa Solano y Lisímaco Paz; impulsores del baile y creadores de escuelas de formación Luis Eduardo Hernández, entre otras leyendas, como Jairo Varela del grupo Niche, no son lo único a apreciar en cuanto a los testimonios, ya que para sorpresa de muchos, la película nos presenta también una parte de la historia de los Melomanitos, un grupo de formación para niños amantes de la salsa y que, más allá de hacer parte del festival de melómanos y coleccionistas de Cali, son los encargados de mantener viva la chispa por esta música desde muy temprana edad, su legado es el amor por las historias que este género tiene para contar y sus sueños se hacen realidad a través de los ritmos y letras de artistas como Rubén Blades.

 

Es difícil imaginar un lugar como Cali sin su género por excelencia, es innegable que la ciudad, al igual que la mayoría de lugares de nuestro país, ha afrontado crisis de violencia inaceptables que han marcado, no solo la reputación de Colombia, sino los corazones de las víctimas y sus familias. La violencia ha abierto una herida en nuestras vidas y puede que esta nunca logre sanar, pero el persistir, la creatividad y el trabajo en equipo de los habitantes, han sabido orientar la tristeza y la rabia hacia la transformación y la creación de algo hermoso: el arte.

Es difícil imaginar un lugar como Cali sin su género por excelencia …

La salsa ha sido el refugio de muchos golpeados por la injusticia y ha sido el hogar de aquellos que han sido juzgados por su diferencia y su diversidad, En medio de pasos rápidos, movimientos de cadera y hombros y muchas volteretas, la salsa ha llegado a estas tierras cálidas para quedarse y para, en lugar de morir, evolucionar y arraigarse a nuestra forma de pensar y sentir. La salsa seguirá siendo la esperanza de quien se atreve a moverse, de aquel que se anima a levantarse e invitar a bailar una pieza, a cantar un coro y a simular movimientos de baterista con las manos. Es un género tan nuestro como de todos y es un género que recibe con los brazos abiertos a todo aquel dispuesto a mover sus pies para dar un paso a la vida.