Querido trópico, de Ana Endara

David Sánchez

En Querido trópico, presentada en el Festival de Cine de San Sebastián, Toronto o el Latinoamericano de Biarritz, donde ganó el Premio del Público y el Premio a Mejor Interpretación para Paulina García y Jenny Navarrete, Ana Endara se estrena en la ficción con una obra que pretende ser íntima y profunda, pero no siempre logra sostener su ambición. Ambientada en la vibrante Ciudad de Panamá, la película encuentra su mayor fortaleza en la actuación deslumbrante de Paulina García, quien interpreta a Mercedes, una empresaria acomodada enfrentada al devastador avance del Alzheimer. García es, sin duda, el alma de la cinta. Su interpretación es un torbellino emocional que captura la esencia de una mente que se desvanece.

 

Con una mirada que oscila entre la confusión y el destello de lucidez, y gestos que transmiten tanto fragilidad como una chispa de rebeldía, García transforma cada escena en un retrato visceral de la enfermedad. Momentos como el de los pasteles, donde come sin control en un acto casi infantil, o cuando se encierra en el armario, atrapada en su propio desconcierto, son puñaladas al corazón del espectador. García no actúa, vive a Mercedes, haciendo que el público experimente el vértigo de su desorientación y la ternura de su lucha por aferrarse a fragmentos de su identidad. Su capacidad para alternar sarcasmo mordaz con una vulnerabilidad desarmante eleva la película a alturas que el guion y la dirección no siempre alcanzan.

 

Sin embargo, Querido trópico tropieza en varios aspectos que impiden que alcance su pleno potencial. La paleta de colores, dominada por tonos cálidos y apagados, busca evocar la nostalgia y el calor tropical de Panamá, pero termina siendo monótona. Los ocres y beiges que inundan los planos, aunque coherentes con la atmósfera melancólica, carecen de dinamismo y a veces hacen que las escenas se sientan visualmente planas, como si la cinta estuviera atrapada en un solo registro emocional. Este enfoque estilístico, que podría haber sido un vehículo para intensificar la intimidad, termina restando impacto a momentos clave, dejando una sensación de uniformidad que no siempre juega a favor de la narrativa.

 

Los tiempos narrativos son otro punto débil. Endara opta por un ritmo deliberadamente pausado, una decisión que refleja el lento desvanecimiento de la memoria de Mercedes, pero que a menudo cae en el estancamiento. Hay escenas que se prolongan más de lo necesario, sin añadir peso emocional o avanzar en la trama, lo que genera una sensación de letargo que desconecta al espectador. Los silencios, que podrían haber sido un recurso poderoso para amplificar la intimidad entre los personajes, a menudo se sienten vacíos, como si la directora no confiara plenamente en su capacidad para comunicar a través de la imagen. Cuando los silencios funcionan, como en los intercambios sutiles entre Mercedes y Ana María, su cuidadora, son conmovedores, pero su uso inconsistente diluye su efectividad.

 

El guion, aunque tiene momentos brillantes, también presenta carencias. Las frases de Mercedes, cargadas de un humor ácido que García entrega con precisión quirúrgica, son lo mejor del texto. Sus comentarios punzantes, que revelan una personalidad aún viva bajo las sombras del Alzheimer, son joyas que dan profundidad al personaje. Sin embargo, las interacciones secundarias, especialmente con la hija de Mercedes, carecen de la misma fuerza. El conflicto familiar, centrado en los celos de la hija hacia Ana María, se plantea con potencial, pero se resuelve de manera superficial, sin explorar a fondo las complejidades emocionales de una relación fracturada por la enfermedad. Esta falta de desarrollo deja al espectador con la sensación de que la cinta promete más de lo que entrega.

Las frases de Mercedes, cargadas de un humor ácido que García entrega con precisión quirúrgica, son lo mejor del texto. Sus comentarios punzantes, que revelan una personalidad aún viva bajo las sombras del Alzheimer, son joyas que dan profundidad al personaje.

Otro aspecto que decepciona es el tratamiento del contexto multicultural. La mezcla de identidades chilena (Mercedes), colombiana (Ana María) y panameña (el entorno) podría haber enriquecido la narrativa, añadiendo capas sobre la diáspora y las conexiones humanas en contextos diversos. Sin embargo, este elemento se queda en un guiño superficial, sin profundizar en las tensiones culturales o sociales que podrían haber dado mayor textura a la relación entre las protagonistas. La química entre Mercedes y Ana María es uno de los puntos fuertes de la película, con momentos de complicidad que trascienden el rol de cuidadora y paciente, pero el guion no siempre aprovecha esta dinámica para explorar temas más amplios, como las barreras de clase o las experiencias compartidas de la migración.

 

La banda sonora, aunque minimalista, merece mención. Compuesta por sonidos ambientales y notas suaves que acompañan los momentos de introspección, busca reforzar la atmósfera íntima, pero a veces se siente genérica, sin aportar una identidad sonora distintiva que eleve la experiencia. En contraste, los detalles en la puesta en escena, como los objetos personales de Mercedes –un collar que acaricia con nostalgia o las fotos que ya no reconoce–, añaden capas de humanidad al relato, recordándonos que el Alzheimer no solo borra recuerdos, sino también los vínculos con el mundo material.

 

Con una duración de 108 minutos, Querido trópico aspira a ser un retrato sutil del Alzheimer, el cuidado y las conexiones humanas inesperadas. Aunque la dirección de Endara, en su debut en la ficción, muestra sensibilidad y un ojo prometedor, no siempre está a la altura de la ambición de la historia. Los colores monótonos, los ritmos desiguales, los silencios inconsistentes y la falta de profundidad en temas secundarios limitan el impacto de la cinta. A pesar de estos tropiezos, la actuación de Paulina García, junto con la sólida interpretación de Jenny Navarrete como Ana María, hace que la película sea inolvidable. García convierte cada escena en un espejo de la pérdida, la ternura y la resistencia, recordándonos que incluso en el ocaso de la mente, la humanidad persiste. Por ella, Querido trópicomerece ser vista, aunque deje al espectador deseando que el resto de la película hubiera estado a su altura.

 

15-07-2025

Toulouse (Francia)

 

FIN