Daniel Tamayo Uribe
![]()
El BIFF y Colombia en él
Durante el más reciente Bogotá International Film Festival (9 al 15 de octubre de 2025) alguien me dijo como en chiste que este festival es en realidad el Bogotá Cannes Film Festival. Sin ningún interés en esconderlo o disimularlo, la programación del festival se compone en buena medida de películas incluidas o premiadas (Resurrection, O agente secreto, It was just an accident) en las más recientes ediciones de festivales del tamaño del mencionado francés. Asimismo recurrentemente son seleccionadasobras de nombres y apellidos (Bi Gan, Julia Ducournau, Kleber Mendoça Filho, Yorgos Lanthimos, Lav Diaz, Carla Simón) aclamados en Berlines, Venecias y el susodicho Cannes.
Aunque no todas las secciones del BIFF se puedan reducir a esto, quizás sí en toda su curaduría hay una impronta de este espíritu, digamos, internacional. Esto resulta llamativo a propósito de la sección Colombia viva, centrada en cine colombiano. Sobre esta, dice su director Andrés Bayona: “este año incluye nuevamente destacado talento colombiano, ofrece propuestas que evidencian búsquedas estéticas, esquemas de producción atípicos y lecturas de país que invitan a cuestionar los límites de lo que se entiende por ‘cine colombiano’. Asimismo, algunos de estos trabajos rastrean un cierto cine nacional que crece fuera del país y, a la vez, de sus formas canónicas”.
Aparece el asuntodel trillado “cine colombiano”[1]. Lo que llamé espíritu “internacional” podría fácilmente vincularse al hecho de que, efectivamente, algunas de las películas de la sección son dirigidas por realizadores colombianos radicados en el exterior (Europa) o cuyas obras se han creado allí. Pero más interesante es la sospechaque nace sobre la idea de “crecimiento de un cine nacional fuera de sus formas canónicas”.
En ese sentido, cabe mencionar que de las seis obras que componen la categoría, cinco son documentales o próximos a sus formas. Parece que los del BIFF encuentran sobre todo en el documental colombiano lo talentoso, lo propositivo, lo atípico y lo diferente de nuestra cinematografía. En este 2025 la sección colombiana del festival incluyó dos películas que se proyectaronde manera conjunta: 09/05/1982, de Jorge Caballero y Camilo Restrepo(2025), así comoDomingos, de Juan Soto Taborda(2025).Un cortometraje y un largometraje. Aparte de que ambas comparten títulos referentes a fechas, tienen en común, por contraste, algo por decir sobre los archivos y los autores: la desaparición y la reafirmación.
Archivos sin humanos
La dupla Caballero-Restrepo (el primero viviendo entre Barcelona y Bogotá, el segundo entre Francia y Bélgica) podría expresarse como la pareja IA-agonística entre documental y ficción. El primero, tiene un trabajo cinematográfico que integra inteligencia artificial (Dora sena, El síndrome de los quietosy Statistical hallucinations) así como avanza la presencia de estas tecnologías en nuestras vidas. El segundo, ha expandido la mirada sobre las dimensiones histórico-bélicas del arte y las imágenes (La impresión de una guerra,Tropic pocket,Los conductosyLa chambre d’ombres). La juntanza en forma de cortometraje “híbrido” deriva en una breve prueba armamentística cinematográfica a través de la IA. Esta última, como es propio de su naturaleza, depende de los inputs. Ahí radica una de las líneas de fuga que sigue la película.
La juntanza en forma de cortometraje “híbrido” deriva en una breve prueba armamentística cinematográfica a través de la IA. Esta última, como es propio de su naturaleza, depende de los inputs.
09/05/1982remite a la fecha de una masacre quesucedió en “alguna parte de Latinoamérica”. Entre varios planos de espacios vacíos, interiores y exteriores, nos topamos con unos cuantos muros grafitiados con la fecha. Las imágenes son de un registro en un formato aparentemente arcaico y precario. Sus texturasson como las de muchas que se han visto en documentales, reportajes y programas de televisión colombianos vinculadas al conflicto armado y “hechos conexos”. El espectador queda entre la espada y la pared: acaba de enterarse de una nueva masacre de antaño o es llevado a sospechar si realmente se trata de archivos intervenidos con IA u originales de ella. La película, entre su voluntad y las posibilidades de su materia, fecunda las dudas que hay en el ambiente contemporáneo al respecto, permite prender las fugas y lleva al absurdo la situación. Sin embargo, esto último no es garantía.
El cortometraje de Caballero y Restrepo no contiene la imagen de una sola persona. Lo más próximo es la voz de “un hombre oficial” que se refiere a los hechos. No falta decir que la voz puede igualmente ser producto de la IA. Así como no hayuna imagen de algo, no hay persona tras la voz.¿Ausencia actoral y corporal?El archivo en este escenario puede volverse independiente de los humanos. Ya desde hace unos años es cualquier cosa, pues todo es susceptible de ser archivo si es que no todo lo es, como lo somos las personas en el mundo digital: datos. Entonces emerge una cuestión humanista o posthumanista según se la mire: ¿debemos encontrar absurdo que sea concebible un mundo sin humanos? Pero antes que eso, pregunta enorme, estos dos realizadores colombianospiensan en el cine: la prueba de un posible cine sin humanos, ¿también sin productor de campo, sin director de arte, sin sonidista directo, sin director de foto? ¿Es esto absurdo? Todavía permanecen los dos directores (los únicos nombres de personas en los créditos finales). ¿Esto es lo que documenta este documental?¿Es su sustrato más real, su residuo vital? Luego, ¿serían solo quienes programen a la IA? ¿Esos nunca podrían desaparecer en el caso de ese “cine inteligente y artificial”?
Archivos de amateur
El nombre “Juan David Soto Taborda”me suena pero marginalmente. Entre sus trabajos como director solo reconozco Parábola del retorno, y entre sus trabajos como montajista he visto Señorita María, En el taller y La defensa del dragón. Aquí las ficciones y los documentales no aparecen mezclados y hay más de los últimos que de los primeros. Me puse a revisar su página de internet[2] y entre sus trabajos “más autorales” me pareció identificar tres tonos: archivístico, experimental, poético. La palabra “archivo” y las imágenes con texturas de formatos viejos y “no profesionales” llenan mi pantalla a cada pestaña que abro. La ausencia de sinopsis comerciales y el particular foco en objetos y movimientos en vez de personas me disponen. La brevedad en la mayoría de textos y la mención de la palabra “poema” no me dan lugar a muchas dudas. Solo me falta decir que, como en Domingos, en el resto de obra es recurrente el archivo personal del director, también archivista profesional.
La ausencia de sinopsis comerciales y el particular foco en objetos y movimientos en vez de personas me disponen. La brevedad en la mayoría de textos y la mención de la palabra “poema” no me dan lugar a muchas dudas.
Contrario a lo que sucede en 09/05/1982, una fecha precisa, el largometraje de Soto Taborda (quindiano que ha pasado largo rato de su vida en Europa, particularmente en Londres) es más abierto con su fecha vaga como título. Se comportan de forma correspondiente los archivos en las películas. La de la dupla Caballero-Restrepo casi que remite a un solo tipo de archivo. La del director connystagmus (“condición definida por movimientos oculares involuntarios e incontrolables”) contiene una variedad archivística entre personal, casera, canónica, cinematográfica, clínica. Aunque más entrañable, empática e íntima, Domingos es más frágil e inestable como la condición visual de su autor, cuya referencia es la que inicia la película. Quizás se engendra el contraste entre dos miradas, ambas autoconscientes, atravesadas por tecnologías y con exposiciones de sus autores. Claro que ¿no resulta más frágil la figura del autor en el cortometraje donde es vislumbrada, tal vez oblicuamente, su posible extinción?
Domingos registrados a lo largo de 20 años: vemos desde el joven hasta el adulto Juan David frente y detrás de cámara, momentos en la intimidad de su cuarto, a este compartiendo con una compañera de vida, muchas fotografías capturadas por ella, las voces de ambos, el registro de pinturas como la Mona lisa, un fragmento sonoro de Pierrot le fou, sonido directo y música, el nigstasmo en el ojo albino del director siendo intervenido quirúrgicamente, sus reflexiones personales, artísticas y filosóficas escritas en subtítulos. Me dijo una amiga crítica que el movimiento ocular exigido para ir y venir entre la imagen arriba y el texto abajo te pone, como espectador, en la posición de “la enfermedad de los ojos danzantes” –como el director nombra su condición ocular en el documental–. La fragilidad aquí es distinta a la de 09/05/1982. Tiene que ver con el nerviosismo apasionado de un autor amateur –al menos en esta película–que conversa con los canonizados da Vinci y el gran arte, abrazando tímida pero firmemente archivos propios y obras de arte de otros, en cuanto piezas caseras y profesionales queridas de maneras e intensidades semejantes. Melodramática y a la vez sobria, sofisticada y al tiempo vulgar reafirmación de quien, entre banalidad y trascendencia, sabe que somos finitos y desapareceremos al morir. El paso del tiempo, los centenares de domingos, la reafirmación persistente; esto es lo que se documenta.
¿Colombia viva?
Aunque todo lo que dice el señor Bayona pueda ser cierto o interesante, pierde de vista –como nos pasa a todos con tanta facilidad– la mitad de corazón de la sección de su festival. Del “Colombia” no tengo mucho por decir en este momento. El “viva”, pues, al menos en estas dos películas, tiene sentido en ese lugar común por estos días de que el “archivo está vivo”. Pero más allá de ello, la vitalidad… a lo mejor descansa en las respuestas a la pregunta ¿qué se documenta? Miradas, aquellas que se detienen en algo en específico en medio del mar de la existencia. Una pausa en medio de la corriente. Luego de eso, se persiste en el punto o se es llevado por el agua. Estos dos documentales no parecen hacer parte de “formas canónicas del cine colombiano”, aunque cabría preguntarse cuáles son estas. Hay recurrencias, tradiciones, modas, etc. Pero lo canonizado es más bien poco. Tal vez en ello reposa buena parte del espíritu de nuestros cines.
[1]https://biff.co/documentos/Programacion_BIFF_11_DIGITAL.pdf. Las palabras citadas aparecen en la página 2.
