Las mujeres en el cine de Simón Mesa

Gloria Isabel Gómez

Podría comenzar este texto enumerando a todas las protagonistas de los largometrajes de Medellín desde finales de los noventas hasta la fecha. Si lo hiciera, evocaría historias muy diferentes, pues en una ciudad tan desigual es imposible que las experiencias de estos personajes sean homogéneas. Mónica: la vendedora de rosas, Paula de Matar a Jesús, Cristina de Los Días de la Ballena, Sandra en La Piel en Primavera…Nombrarlas nos recuerda que el cine es un dispositivo cultural mediante el cual se pueden representar las vivencias de las mujeres, reforzar estereotipos de género o reflexionar acerca del contexto al que pertenecen, en este caso, una ciudad violenta y llena de contradicciones.

 

Estos análisis se han realizado en el ámbito académico, pero también tienen un gran valor en la crítica de cine. Por lo anterior, utilizaré esta oportunidad para enfocarme en los personajes de un cineasta cuya filmografía se desarrolla por entero en Medellín con mujeres en los roles centrales y secundarios. Se trata de Simón Mesa Soto, egresado de la Universidad de Antioquia y de la London Film School. Fue el ganador de la Palma de Oro al mejor cortometraje en 2014 y del premio del jurado de la competencia de Cannes Una cierta mirada en 2025. Los personajes que describiré provienen de Leidi(2014), Madre (2016) y Amparo (2022), tres producciones en donde las mujeres son protagonistas. También mencionaré Un poeta (2025), una película en donde las mujeres son personajes secundarios.

 

En sus producciones audiovisuales, las mujeres son quienes sostienen el hogar, y la ausencia paterna es evidente en el contexto familiar y doméstico. En Leidi, el núcleo narrativo es precisamente la búsqueda del padre. La figura masculina que persigue la protagonista es su pareja y el papá de su bebé, pero no le ofrece seguridad en ninguno de estos roles.Mientras que, en Amparo, la protagonista trabaja y tampoco cuenta con el apoyo del papá de su hijo Elías. Ella vive sola con él y con su otra hija.

 

Las mujeres en el cine de Simón Mesa viven en barrios empobrecidos de Medellín, un contexto que es utilizado en sus trabajos con fines dramáticos y narrativos. La pobreza es la que lleva a Amparo a tomar medidas desesperadas y esta misma situación lleva a Yurlady a verbalizarle a Óscar algunas de sus carencias económicas. Mientras que, en Madre, las adolescentes que hacen fila para hacer un casting de una película porno están allí por necesidad, porque las clases más bajas son más vulnerables a la explotación sexual infantil.

 

Estas mujeres también comparten algunos rasgos físicos: su pelo es negro, tienen ojos oscuros y pieles morenas. Se ven y se visten por fuera de los estereotipos de belleza de Medellín, los cuales han sido influenciados por el narcotráfico, los estereotipos de género y más recientemente por las redes sociales. Todas viven en barrios empinados, laderas desde las cuales se puede ver el río y las montañas del Valle de Aburrá. No hablan mucho, son contenidas…Se comunican con gestos y un lenguaje corporal sobrio que nos da algunas pistas sobre sus frustraciones, sus miedos o sus motivaciones.

 

En sus primeros tres trabajos, las protagonistas tienen en común una serie de experiencias negativas con los hombres a su alrededor. Esto las lleva a un sufrimiento inevitable. Leidi está condenada a criar a su bebé sola o, al menos, a criarle en la inestabilidad con su pareja. En Madre, Yurani ha sido explotada sexualmente por un extranjero y este abuso sexual ha marcado la forma como ella se relaciona con su cuerpo y con el placer. Además, su violación fue grabada y será exhibida, lo que perpetua el ciclo de violencia contra ella hasta el infinito.

En sus primeros tres trabajos, las protagonistas tienen en común una serie de experiencias negativas con los hombres a su alrededor. Esto las lleva a un sufrimiento inevitable.

 

Amparo, por su parte, logra que su hijo regrese del reclutamiento militar, pero a costa de renunciar a su propia dignidad, luego de someterse a tensiones y humillaciones en diferentes entornos de su vida cotidiana. El sacrificio ha sido demasiado alto y su porvenir permanece incierto.

 

En Un Poeta, en cambio, Yurlady y Daniela se ven afectadas por Oscar a lo largo de la trama, pero este no logra quitarles agencia. El impacto de su comportamiento no modifica sus personalidades ni las desvía de sus motivaciones. Quizás porque en este largometraje el foco está sobre un personaje que, en palabras del director, tiene algo de él mismo, Mesa cambia el destino de estas mujeres y les ofrece la posibilidad de decidir por sí mismas, aún si ambas siguen atrapadas en contextos socio económicos muy difíciles.Yurlady decide que ser poeta no es lo suyo. En su vida, la poesía tiene un lugar de expresión personal, lejos de la pretensión de publicar libros o de profesionalizarse… para ella, la poesía es catarsis, un espacio de conexión consigo misma. Por su parte, Daniela (hija del protagonista) aprende a poner límites que son saludables para ella y escoge de qué manera quiere estar vinculada a un padre que la afecta, pero que parece que ha empezado a comprender, con mucho esfuerzo.

 

Además de estos elementos demográficos y psicológicos, hay un asunto temático que reúne a estas mujeres: la maternidad, una expresión de lo femenino con el que empieza y termina su último largometraje, Un poeta. Allí la madre es esencial. Óscar depende de su afecto y su respaldo económico para tener cierta estabilidad, tanto en su vida personal como dentro de la familia. Aunque él tiene más de cincuenta años, desde la secuencia inicial de Un poeta sabemos que, si la madre fallece, el protagonista tocará fondo.

 

La maternidad es mucho más explícita en Leidi, un cortometraje en donde una adolescente y otras jóvenes de su barrio comparten la responsabilidad de criar a sus bebés en solitario o en condiciones precarias. Por su parte, en Madre, la protagonista busca refugio en la cama de su mamá después de haber vivido una situación traumática. El plano final de este cortometraje parece recordarnos que nadie puede regresar al vientre materno, pero en ocasiones, se puede volver al lecho de quien te vio nacer.

 

Finalmente, en Amparo, la tenacidad con que la protagonista decide cumplir su objetivo solo puede explicarse por el vínculo que tiene con Elías, un lazo de sangre y un impulso de protección madre-hijo que no puede comprenderse desde lo racional. La obra nos deja la sensación de que, sin su madre, Elías no tiene a nadie que se preocupe por su bienestar.

 

En entrevistas recientes, Mesa ha descrito la influencia de su propia madre en su trabajo…Ver la lucha cotidiana de esta mujer por sacar adelante a sus hijos, después de un divorcio y en una sociedad conservadora, marcó sus intereses como director. Y esta información, que no pretende psicoanalizar su trabajo, nos ayuda a comprender cómo el contexto del cineasta es el mismo contexto de muchísimas mujeres de Medellín, un universo de experiencias que le ha permitido crear estos retratos complejos sobre lo que significa ser madre en una ciudad donde diariamente hay violencia contra las mujeres y las niñas, dentro y fuera de sus hogares.

 

Y precisamente por la realidad tan violenta que habitan las mujeres de toda su filmografía, no me es posible concluir este texto sin mencionar a un personaje femenino de su último trabajo, una joven sin nombre que intenta representar (o más bien ridiculizar) un grupo más amplio de mujeres. Se trata de una figurante de Un poeta, una caricatura mediocre del feminismo que aparece en medio de una confrontación donde los personajes discuten si una menor de edad fue abusada sexualmente o no. La seriedad de este asunto contrasta negativamente con la intervención que hace este personaje, en un fragmento que no nos dice nada sobre el protagonista ni aporta información o comicidad a la historia.

 

Si omitimos esta decisión y optamos por darle una importancia mínima, podremos ver que en su cine hay una voluntad que oscila entre lo consciente y lo inconsciente de mostrarnos que nos rodean comportamientos y formas de violencia que hemos normalizado y que afectan a las mujeres de nuestra sociedad. Es como si creara personajes femeninos dentro de un espejo en el que nos cuesta ver nuestro reflejo, porque a veces es más cómodo mirar para otro lado…Pero basta asomarse por la ventana para comprobar que compartimos con estas mujeres la misma ciudad, así la pantalla del cine nos muestre solamente un fragmento de su inmensidad.