Negociando el peligro:

El gran negocio de largometrajes colombianos

Julio Luzardo

 

Uno de los mayores problemas del cinematografista colombiano es su desconocimiento casi total de lo que es el “negocio” del cine a nivel de promoción, distribución, exhibición y rentabilidad. Como no existen estudios de “mercadeo” del cine en Colombia, la gente basa los éxitos de taquilla sobre las “colas” de gente frente a las puertas de entrada a los teatros. Los cinematografistas nacionales casi siempre han hecho sus esfuerzos de realizar una película basándose, en su mayoría, en repetir éxitos de años atrás o en la falsa creencia de estar haciendo un “taquillazo” copiando ciertos géneros populares del momento, cuando una de las bases principales de la industria cinematográfica mundial es la de continuidad: de producir bastantes películas de todos los géneros para que de cada veinte títulos uno o dos sean los taquillazos esperados y alcancen a pagar las pérdidas del resto y den algo de utilidad al mismo tiempo. Al poner todos los esfuerzos en producciones esporádicas, se corre el riesgo de no salir ganando nunca.

 

Gustavo Nieto Roa ve que una película como María hace unos “records” de taquilla fuera de serie y se constituye en la película más taquillera en la historia del cine en Colombia, entonces decide hacer una película basándose en Aura o las Violetas, de Vargas Vila, que en su época fue la copia de María. Lanza la filmación con bombos y platillos anunciando a los cuatro vientos que se va a hacer “la primer película colombiana” y hace un concurso para escoger la actriz principal digno de “la patria boba”. Le hace la promoción más grande que ha tenido película alguna en Colombia y, para cerrar con broche de oro, hace una espectacular premier de gala en la ciudad de Nueva York en un pequeño teatro cerca a Times Square, trae a los actores principales y a varios periodistas desde Colombia con todos los gastos pagados y los aloja en el Hilton, contrata policía montada para retener a los curiosos, alquila luces de arco para que iluminen el cielo de Manhattan y el “show” es todo un éxito… aparentemente. Resultado final: Costo de montar todo este “circo”: unos $10.000 dólares. Entradas netas para el productor: unos $8.500 dólares. Pérdidas: $1.500 dólares. Lo mismo se vuelve a repetir en el estreno en Colombia: gran coctel para la premier en uno de los salones lujosos del Hotel Tequendama, invitaciones desde el Presidente hasta los cinematografistas colombianos, etc., etc. Resultado: el productor no contó con la indiferencia del público colombiano que ya no se encontraba dispuesto a ver una segunda versión de María, ya que con una le bastaba y le sobraba por varios años. Así fue que en los primeros cuatro días de exhibición las entradas fueron tan mediocres en los tres teatros de Bogotá, que al productor Nieto Roa le tocó hacer un “arreglo especial” de porcentajes con el exhibidor para que no le quitaran la película de cartelera y puso a sus dos actores en las puertas de los teatros para ver si la gente se entusiasmaba y entraba a ver la película…

 

Arturo García, ex-programador de computadoras para IBM y hermano del director de teatro Santiago García, dentro de su trabajo logra ver las planillas de taquilla de Un ángel de la calle en el año 66 y decide formar una compañía cinematográfica llamada Pelco. Abandona su puesto en la IBM, vende su casa, cambia un Mercedes Benz por un jeep y se lanza a conquistar el público de Un ángel de la calle con una película titulada Bajo la tierra. Su “mercadeo” personal es que si una película en blanco y negro en 35mm como Un ángel de la calle logró hacer una entrada neta para los productores de unos $850.000 en Colombia, entonces otra hecha en blanco y negro en 35mm producida por $400.000, tenía que dar un mínimo del 100 % de ganancia. Pero se le olvidó que para lograr esto, tenía que contar con la colaboración del público y Bajo la tierra pasó a la historia del cine colombiano como uno de sus mayores fracasos económicos.

Abandona su puesto en la IBM, vende su casa, cambia un Mercedes Benz por un jeep y se lanza a conquistar el público de Un ángel de la calle con una película titulada Bajo la tierra.

Jorge Gaitán Gómez al observar las colas en los teatros para ver Aquileo Venganza, decidió aprovechar su puesto en la televisión nacional para realizar otro “western” titulado El taciturno, que lo único que ha logrado es que los pobres actores como Carlos Alfonso Muñoz, Consuelo Luzardo, Camilo Medina y Eduardo Osorio se escondan cada vez que se menciona el título de la película. Y ni hablar de taquilla…

 

Ahora sale el fenómeno de José Gregorio Hernández y todo el mundo se pone a pensar que el tema es una mina de oro. Se hace una película en Venezuela bajo el título de El siervo de Dios, se planean otras y en Colombia, Henry Téllez, patrocinado por Cine Colombia, decide volverse millonario haciendo su versión llamada El siervo José Gregorio. La filma en un tiempo “record”, en humilde blanco y negro y con una absoluta pobreza de recursos. Utiliza una fotografía contrastada que hace recordar las primeras películas nacionales de los años treimta, aprovecha filtros o pedazos de botellas rotas para deformar la imagen de tal manera que la gente no se dé cuenta de lo que está sucediendo en la pantalla, le pone una simple locución (con una voz extrañamente parecida a la del mismo director) intercalada con música sacra y nada más. Al ver la película la gente tiene la sensación de estar viendo un corto para sobreprecio de aquellos que logran solo la mínima categoría del comité de calidad, con el atenuante de que dura más de una hora. Como de costumbre, el público no se deja engañar y en Bogotá no logra reunir sino 9.849 espectadores en cinco días en dos teatros (los mismos dos teatros hicieron 20.541 espectadores el año anterior en la misma época de Semana Santa con una película que ya llevaba tres semanas en cartelera). En el mejor de los casos al productor le va a quedar solamente la plata necesaria para cubrir el costo de la copia después de pagar impuestos, porcentaje de los teatros, porcentaje del distribuidor, propaganda (el solo aviso en la valla de Cine Colombia de la carrera séptima con 23 cuesta $ 6.000 semanales), etc., etc.

 

Pero, ¿y el otro lado de la moneda? ¿Y las películas que sí tuvieron buena taquilla? Para esto es bueno primero ver algunas estadísticas de entradas a los teatros de estreno de Bogotá y hacer una discriminación entre la película netamente colombiana y la que simplemente ostenta serlo para atraer al público. Las películas que se han hecho en Colombia se pueden clasificar en tres divisiones: 1) Películas extranjeras que utilizan a Colombia como simple escenario, 2) Las coproducciones donde más que todo se utilizan técnicos y actores extranjeros y el “productor” colombiano se limita a poner el dinero de gastos de producción en el país, transporte, alimentación, alojamiento y el pago de los pocos actores y técnicos nacionales que se utilizan, 3A) La película totalmente financiada por colombianos que utiliza una gran mayoría de técnicos y artistas extranjeros, 3B) La verdadera película colombiana, filmada, financiada, actuada, dirigida, y en algunos casos, totalmente procesada en laboratorios nacionales.

 

Dentro de estas tres clasificaciones generales, unos buenos ejemplos de taquilla (tomados de las estadísticas diarias publicadas por Fedecine) son los siguientes, que cubren solamente los teatros de estreno de Bogotá (que generalmente representan alrededor del 40% al 50% del producido de taquilla de una película en Colombia):

 

1.) PELICULAS EXTRANJERAS FILMADAS EN COLOMBIA (faltan datos de películas como Los aventureros, El detective genial, Las tres Helenas, etc.)

 

MARÍA                                                                   343.635 espectadores

QUEMADA                                                            102.019

DALES MÁS DURO TRINITY                               77.451

ADORADA ENEMIGA                                           33.334

ORGULLOSOS, MALDITOS Y MUERTOS          14.863

EL MURO DEL SILENCIO                                     7.550

 

2.) COPRODUCCIONES CON TÉCNICOS Y ACTORES EN UN 90% EXTRANJEROS (faltan datos de películas como Los jaguares contra el invasor extranjero, Mazú y las esmeraldas, El tesoro de Morgan, etc., etc.)

 

AMAZONAS PARA 2 AVENTUREROS               129.273 espectadores

AQUI LEO VENGANZA                                           44.531

BAJO EL ARDIENTE SOL                                        27.691

CUMBIA                                                                      21.647

KARLA VS. LOS JAGUARES                                   7.421

CANCION EN EL ALMA                                           4.073

 

3A) PELICULAS PRODUCIDAS CON DINERO COLOMBIANO, PERO UTILIZANDO UNA GRAN MAYORÍA DE TÉCNICOS Y ARTISTAS EXTRANJEROS (faltan datos de Semáforo en rojo, Alborada en Cartagena, etc.)

 

UN ÁNGEL DE LA CALLE                                           89,097      espectadores

CADA VOZ LLEVA SU ANGUSTIA                            40,912

 

3B) PELICULAS NETAMENTE COLOMBIANAS (faltan datos de Raíces de piedra)

 

PRÉSTAME TU MARIDO                                       109.137 espectadores

Y LA NOVIA DIJO…                                                  64,950

TRES CUENTOS COLOMBIANOS                          43,136

AURA O LAS VIOLETAS                                          42,821

CAMILO, EL CURA GUERRILLERO                       42,801

UNA TARDE… UN LUNES                                        28,871

EL RIO DE LAS TUMBAS                                         22,891

EL SIERVO JOSE GREGORIO                                   9,849

EL TACITURNO                                                          7,046

 

Los datos son hechos basados en el número de espectadores ya que el precio de la boleta puede variar entre $ 3.50 por Tres cuentos colombianos a $ 15.oo por El siervo José Gregorio.

 

Las ganancias o pérdidas de las películas de la primera categoría no interesan ya que es plata extranjera en su totalidad. En la segunda categoría (la coproducción, si se puede decir así ya que casi todo es extranjero) es la que arroja el mejor saldo en recaudos para el llamado “productor nacional” que invierte una pequeña suma y recauda todo lo del territorio nacional. Aunque casi todas las películas en esta categoría son bastante malas, casi siempre dejan algo de ganancia. Hay productores como Pedro Rivera y Enrique Ponce que producen dos o tres (o más) de estos “abortos cinematográficos” anualmente, le sacan su inversión y algo más, que les permite seguir en el negocio tan campantes. Es interesante anotar que estos señores también están ligados con sus propias cadenas de distribución.

 

La cenicienta del paseo es el productor netamente colombiano que generalmente es el mismo director, guionista y “paganini”. Pero primero se pueden excluir las producciones financiadas por colombianos, pero utilizando técnicos/artistas extranjeros como Semáforo en rojo, Cada voz lleva su angustia y Un ángel de la calle. Las primeras fueron producidas por la Sociedad Anónima denominada Cofilms y aunque se asegura que Semáforo en rojo fue un “taquillazo” y Cada voz un fracaso (que dejaría un empate de todas maneras), la infraestructura burocrática de la compañía dejó un saldo en rojo que sus principales accionistas tuvieron que cubrir personalmente de dinero de sus bolsillos y dejaron miles de pesos en acciones que no valen ni el precio del papel en que están impresas. Un ángel de la calle, producida por otra sociedad anónima denominada Eclafilms en asociación con Lizardo Díaz fue un buen éxito de taquilla en Colombia y se exhibió decorosamente en varios países latinoamericanos, pero con todo y esto no logró recuperar sino el 83.1% de la inversión sobre un período de distribución de ocho años. En este caso el fracaso económico es muy claro: exceso de costos de producción por incluir actores y técnicos mexicanos dizque para “asegurar la taquilla de la película en el exterior”. Y el 90% de su recaudo de taquilla fue en Colombia con base en el éxito de sus dos protagonistas (Raquel Ércole y Julio César Luna) y a la novela radial, base del guion cinematográfico (de Efraín Arce Aragón). Sin embargo, el 90 % de los altos costos de producción fueron por traer mexicanos para “asegurar taquilla”

La cenicienta del paseo es el productor netamente colombiano que generalmente es el mismo director, guionista y “paganini”.

De las películas netamente colombianas, las únicas dos que han logrado utilidades sobre su inversión inicial son Y la novia dijo… y Tres cuentos colombianos. A El río de las tumbas le faltó $ 667.50 para cubrir su costo de producción. El mayor fracaso, ya que la pérdida sobrepasa los dos millones de pesos, es Aura o las violetas, que fue hecha como si fuera una superproducción. En Camilo, el cura guerrillero se perdieron más de $ 600.000, en Una tarde… un lunes unos $ 400.000 y en Préstame tu marido más de $200.000. De El siervo José Gregorio y El taciturno no se pueden calcular las pérdidas ya que son las producciones más pobres en todo sentido que se han hecho en el cine colombiano. Bajo la tierra, Raíces de piedra y Pasado el meridiano perdieron toda su inversión, sea la que haya sido.

 

De esta desoladora historia económica del cine de largo metraje colombiano se pueden sacar varias conclusiones: 1) traer técnicos/artistas extranjeros con plata colombiana no produce sino costos altos, inferior calidad y no aseguran sino un “entierro” seguro en el exterior; 2) las películas pensadas más hacia el público nacional y que no siguen las corrientes de géneros extranjeros, tienen mayores posibilidades de éxito; 3) los excesos indebidos de costos de producción coinciden directamente con la falta de utilidades; 4) los productores directamente ligados con distribución tienen “todas las de ganar”; y 5) es mejor negocio hacer cortos para sobreprecio…

 

N.B. – Algunas de las películas mencionadas arriba, como Camilo: el cura guerrillero, han sido vendidas en el exterior, pero no existen cifras al respecto.

 

Últimos Datos:

PACO (3 Semanas en 4 teatros): $77.815.oo.

NEGOCIANDO EL PELIGRO: $3.416.oo.

 

 

Ojo al cine No 3-4. 1976