Noviembre, de Tomás Corredor

“La memoria es un territorio en disputa”

Martha Ligia Parra

En Instagram @mliparra

 

Allá afuera ya hablaron los noticieros.
Y para el mundo entero esa es la verdad.
 Lo que pase aquí adentro no importa.

Magistrado Tapias

 

Cuarenta años después,
la verdad aún no rompe
el cerco militar ni político.

Guillermo Segovia Mora

 

En 1985 durante la toma del Palacio de Justicia por parte del grupo armado M-19, el 6 y 7 de noviembre, 35 guerrilleros intentaron controlar a más de trescientos rehenes. En la retoma, que fue casi inmediata, el ataque de la fuerza pública concentró tres mil efectivos. Y descargó hacia el interior, rockets, ametralladoras, granadas y lanzallamas. Como lo explica el abogado y analista político, Guillermo Segovia Mora.

 

Tanques de guerra Urutu se apostaron a la entrada del Palacio. Uno de ellos derribó la puerta principal y disparó cañonazos. No se intentó ninguna negociación. Esta fue la única vez que el Estado colombiano no lo permitió, como lo señala el ex ministro de Defensa, Alfonso Gómez Méndez. La respuesta fue desproporcionada y violenta. Y la justicia terminó aplastada.  “Acabar con todo y consolidar el objetivo” era la orden. Magistrados, civiles y guerrilleros fueron considerados como parte del “enemigo interno”.

 

El presidente Belisario Betancur nunca dio la cara, pero sí acogió de forma conveniente el “pacto de silencio” que se mantiene, casi intacto, después de cuarenta años. Todavía hoy no se ha logrado esclarecer todo lo que pasó. En 1985, seis días después de la toma del Palacio, la tragedia nuevamente golpeó al país, con la destrucción de Armero. Y contribuyó a correr una pesada cortina sobre los hechos del Palacio. Un desastre sepultó al otro.

 

Tomás Corredor, con su ópera prima Noviembre, aborda de forma directa y en clave de ficción la toma y retoma del Palacio de Justicia. Se concentra en las oscuras 27 horas de estos hechos. Lo hace desde adentro y él mismo recuerda que la suya es la única película de ficción que se acerca a lo que pasó al interior del Palacio.   Las cintas nacionales Antes del fuego, ópera prima de Laura Mora(2015), sigue a una joven estudiante, hija de una empleada del Palacio, 19 días antes de la tragedia. Y Siempre viva, de Klych López(2015), trata las emociones que experimenta la familia de una cajera de la cafetería del edificio al enfrentar su desaparición.

 

Noviembre construye un probable acontecer en el interior, con los rehenes hacinados y lo que ellos pudieron haber experimentado. Según declaraciones de quienes salieron vivos, en uno de los baños llegaron a concentrarse de sesenta a setenta personas. La película utiliza un estilo lacónico y atento, tanto en un único espacio, como en las personas; con diálogos precisos y efectivos.

Noviembre construye un probable acontecer en el interior, con los rehenes hacinados y lo que ellos pudieron haber experimentado. Según declaraciones de quienes salieron vivos …

De la cinta se destaca el perfecto contrapunto entre el espacio interior y el exterior. Que es también una interesante interlocución entre la ficción y la realidad. De tal forma que la puesta en escena dialoga con las imágenes de archivo; ampliamente difundidas por la televisión. Corredor enfatiza en que sintió la necesidad de mirar de nuevo este hecho vergonzoso; en un intento no de reconstrucción sino de exploración. “Quiero robar por un rato los relatos al poder”, afirma y añade: “La memoria es un territorio en disputa”.

 

El valor de Noviembre radica no solo en enfrentar dificultades de todo tipo: Abordar un tema tan sensible y que sigue abierto. El largo proceso de doce años que tuvo la producción, la extensa fase de financiación y las diecinueve versiones de guion para decantar la historia. Su mérito también está en cuestionar las acciones de la guerrilla, de la Fuerza Pública, del Gobierno y de los medios. Y subraya que al M-19 le salió mal su cálculo, convencido de que el Gobierno iba a negociar.

 

Corredor considera que a los medios les faltó tomar posición y preguntar por qué el presidente no dio la cara. A la vez que señala como desastrosa la ofensiva militar. En la película hay una reflexión que sintetiza de algún modo la postura de la obra, cuando el magistrado Tapias (Carlos Mariño) le dice a Almarales del M-19: Comandante, ¿de qué le sirve a usted tener la razón? Yo le creo, le creemos. Nosotros vimos cómo entraron los tanques acá, lanzando bombas, comenzando el incendio, pero allá afuera ya hablaron los noticieros. Y para el mundo entero esa es la verdad. Y lo que pase aquí adentro no importa”.

 

Además de la claridad del director y del enfoque humanista de la película, cuya acción se concentra en lo que pasó en el baño, como forma de ver a la gente que estaba sufriendo, uno de los mayores logros de Noviembre es la contribución a la memoria, a la lucha contra el olvido y la indolencia del país. Confronta el negacionismo y todo aquello que, por mucho tiempo, ha servido a la impunidad.

 

Para Corredor, el eco de las imágenes reales del Palacio nos sigue haciendo miles de preguntas. Como las que señala, a propósito, el ex ministro de Defensa Gómez Méndez: ¿Por qué el estado desprotegió a los magistrados y a los rehenes y no hizo nada para salvarles la vida? Todo ello es parte de la tragedia permanente de esta nación.

 

Según Gómez Méndez el pacto de silencio, en cierta forma, sigue vigente. Muchos de los protagonistas no han dicho la verdad, empezando por el M-19. Sería bueno saber quién y por qué tomó la decisión que, evidentemente, fue equivocada. Falta parte de la verdad del lado del ejército: por qué no hubo espacio de diálogo, el tema de los desparecidos, por qué se lavaron los cuerpos, por qué no se permitió la llegada de la Cruz Roja. Son muchos interrogantes sin resolver.

 

En una película como Noviembre, que desarrolla la acción en un solo espacio, el sonido es un componente narrativo y expresivo vital. El sonido fuera de campo funciona como interlocutor, como elemento que dirige las reacciones y acciones de los personajes. Y que potencia la incertidumbre, el miedo, el peligro. Uno de los audios reales más significativos es el llamado urgente del presidente de la Corte: “Soy el doctor Reyes Echandía. Es indispensable que cese el fuego inmediatamente. Divulgue a la opinión pública. Que el presidente de la República de finalmente la orden que cese el fuego.” Esa orden nunca llegó.

 

Si bien la producción es una historia coral, hay personajes que se destacan, tanto en los hechos reales como en la película: Manuel Gaona (Santiago Alarcón), uno de los magistrados, Andrés Almarales (Juan Prada), tercer comandante del operativo del M-19 y La Mona (Natalia Reyes).  Esta última, es probablemente quien genera mayor cercanía; si bien todas las actuaciones se caracterizan por la sobriedad. De igual modo, la puesta en escena logra transmitir la atmósfera cada vez más asfixiante con el paso de las horas.

 

Es necesario mencionar la polémica en la que se vio envuelta la película y que amenazó con boicotear, incluso, su estreno en el Festival de Toronto. La familia del magistrado Gaona interpuso y ganó una tutela por considerar que el filme afecta la honra y buen nombre del magistrado. Y se obligó a suprimir la siguiente línea de diálogo, de la consejera de Estado Aydée Anzola, que interpreta Aida Morales: “Ni usted, Gaona, que es uña y mugre con estos terroristas”. En la proyección, se aprecia la vocalización de esa línea, pero sin audio.

Es necesario mencionar la polémica en la que se vio envuelta la película y que amenazó con boicotear, incluso, su estreno en el Festival de Toronto. La familia del magistrado Gaona interpuso y ganó una tutela …

Pese a que la Constitución colombiana prohíbe la censura, la película acató el fallo e incluyó una advertencia (Disclaimer) al inicio y al final de la película que reza: “Ficción basada en hechos reales, cualquier semejanza no implica afirmación histórica”.

 

Parte del argumento de la viuda del magistrado, junto a dos de sus hijos, es que la producción lo muestra como “un hombre cobarde, pusilánime y un aliado del M-19”. Una apreciación sesgada, ya que en varios momentos el personaje de Gaona no solo se muestra activo, sino que incluso se enfrenta a Almarales cuando le grita: “En esta Corte estamos juzgando militares. Usted no ha entendido nada”. Y en otra escena también clave, Gaona se ofrece como emisario para hablar con el Presidente, pero un colega le responde: “Usted no doctor, usted tumbó el Estatuto de Seguridad y está juzgando militares. Esa gente lo odia”.

 

Respecto al fallo de la tutela, varios abogados y periodistas, reiteran que hubo censura y que además se atenta contra la memoria colectiva. También, revela desconocimiento del campo cinematográfico y de la labor artística; pues la sentencia confunde, por ejemplo, la ficción con la ciencia ficción.

 

Como lo señala un Informe de la Comisión de la Verdad, en cada nuevo aniversario de los hechos del Palacio de Justicia, se renueva la pelea; debido a la impunidad que todavía oscurece este episodio. Por ejemplo, como explica la fiscal de la Retoma Angela M. Buitrago: desde afuera la fuerza pública le puso una carga explosiva de alto nivel a las paredes del baño habiendo 71 personas. Esto es una investigación que nunca se hizo. No se ha hecho. Sería muy bueno saber si las personas que murieron en el baño murieron por las balas de la guerrilla o por otra causa. La impunidad es uno de los factores que más reproduce la violencia. El Palacio de Justicia se sigue repitiendo en muchos aspectos en el mapa colombiano.

 

Respecto a la muerte de Gaona, su hermano José, exiliado por amenazas, relató en entrevista con la Revista Cambio, que Manuel salió vivo del Palacio. Y que muy seguramente fue asesinado por las investigaciones que adelantaba contra militares.

 

Noviembre anima a seguir haciendo preguntas, a no seguirle el juego a la historia oficial. Es un reconocimiento necesario a las víctimas, los desaparecidos y sus familias. Despierta el interés por investigar diversas fuentes y testimonios y analizar el contexto y las causas. Y para ello, el cine es una herramienta valiosa. Vale la pena recordar uno de los mejores documentales colombianos sobre este episodio: La toma, de Angus Gibson y Miguel Salazar(2011), con narración del escritor Héctor Abad Faciolince.

 

Retomando a Walter Benjamin, mientras haya preguntas, cada noviembre será necesario actualizar el pasado, hacer memoria, rescatar indicios de las ruinas. No se puede cortar esa conexión entre las generaciones pasadas y las nuestras. Es necesario recordar que las voces actuales, son eco de las voces acalladas. Y que, en el ambiente de hoy, flota el aire que respiraron quienes nos precedieron.

 

La invitación sería, por tanto, a actuar como ese ángel de la historia que describe Benjamin con el rostro vuelto hacia el pasado. El mismo que se detiene para despertar a los muertos y recomponer los fragmentos.  Y ese ángel puede ser el cine.