Soplo de Vida, de Luis Ospina (1999)

Bocanada de muerte y cine

Simón Carmona L.

Calles turbulentas, crímenes violentos, lóbregos hoteles y corruptos personajes conforman parte de la entramada telaraña de arquetipos (más no estereotipos) que caracterizan al llamado cine negro, un género cinematográfico que, similar al gótico, centra su interés en hundirse hasta el tuétano en lo más bajo y oscuro del alma humana.

 

Colombia es entonces –con su oscura historia de asesinatos sanguinarios, misterios que nunca se podrán (y nadie quiere) resolver, desaparecidos que jamás serán encontrados y elites corruptas adueñadas del poder– un país que transpira cine negro.

 

De esta forma, Luis Ospina hizo uso de su inventiva genialidad (apoyado en el guion de su hermano Santiago Ospina) para agarrar la iconicidad del cine negro y mezclarlo con la esencia turbia del país del sagrado corazón. Así como hizo en 1982 con el género gótico al realizar la primera película del llamado gótico tropical, su maravillosaPura sangre (1982).El resultado, un film cargado de lúgubres edificios, personajes sin identidad, secretos encubiertos y, sobre todo, muerte desenfrenada.

 

La entramada historia de Roque Fierro, para revelar la verdad detrás del asesinato de la polifacética Golondrina,agarra muchos de los puntos comunes de las películas clásicas del género al que rinde homenaje, como The maltese falcon (1941) y Chinatown (1974), pero sin olvidar que esta sigue siendo una película colombiana y no una súper producción estadounidense. Por eso, aquí los empresarios y políticos tienen nexos con los paramilitares, los personajes no toman whisky, si no guaro y en lugar de un jazz, suena una salsa o un tango. Similar a como realizó en su primera ficción, Ospina vuelve a apoyar el contexto de la narrativa en acontecimientos reales de la historia colombiana para poder dotar el relato de mayor inmersión y credibilidad, aprovechando en Pura sangre el caso real del monstruo de los mangones que aterró a ciudad de Cali en los años sesenta, para darle realidad a los crímenes cometidos por el trío de sociópatas roba sangre, y en Soplo de Vida tomando como punto de partida la tragedia de Armero para la nebulosa historia de la doliente golondrina/pilar.

 

Vale la pena destacar también al reparto de estrellas que conforma la constelación de personajes de la cinta, muchos de los cuales –curiosamente– volverán a ser partícipes en otras producciones de cine negro. Fernando Solórzano como un rudo e implacable Roque Fierro que recuerda a la presencia de Humphrey Bogart en los clásicos de cine negro. César Mora como el cómico pero astuto Mago(curiosamente, César Mora interpretará a un personaje con el mismo nombre en el thriller Perder es cuestión de método (2004) del popular Sergio Cabrera). Álvaro Rodríguez siendo el corrupto y rastrero Estupiñán, muy parecido al personaje que encarnará en La historia del baúl rosado (2005) de Libia Stella Gómez. Edgardo Román, quién en esta película interpreta al patético Martillo López, para luego, en 2005, pasar a ser el capaz detective Corzo en La historia del baúl rosado. Y finalmente, quien asume el rol más atrevido y transgresor de la película (más aun teniendo en cuenta la época en que se estrenó), Robinson Díaz como Jacinto el travesti, a pesar de a ratos sentirse algo exagerado y caricaturista.

Hablar de cine negro, también es (indudablemente) hablar de la cinematografía de la película y, bajo este orden de ideas, la dirección de fotografía de Rodrigo Lalinde no incumple en crear una estética que responde a los códigos del género. Rostros iluminados en una fuerte clave baja, escenarios envueltos en penumbra (en ocasiones, –tal vez por falta de resolución– tan oscuros que cuesta entender la acción), un amarillo saturado y enfermizo que se filtra por las ventanas e invade los espacios en combinación con personajes amantes de echar humo como chimeneas que dota de densidad y textura al aíre.

Vale la pena destacar también al reparto de estrellas que conforma la constelación de personajes de la cinta, muchos de los cuales –curiosamente– volverán a ser partícipes en otras producciones de cine negro.

De esta manera, Soplo de vida se condecora como una de las propuestas más llamativas que el cine colombiano ha ofrecido en su –aún– pueril historia, con un acercamiento narrativo y propuesta visual que inspiró a obras posteriores a esta. Nuevamente, Luis Ospina demostró su lucidez para conjugar su pasión por el cine de género junto con la siniestra realidad colombiana.

 

Como si el cine escapara de la pantalla para colarse en la realidad. Esta es una de esas películas esquivas en las que encontrar forma de poder visualizarla requiere de una investigación tan profunda y disciplinada como si fuera llevada a cabo por el propio Roque Fierro. Los rumores de las malas lenguas murmullan de una copia en DVD escondida entre las estanterías de la Biblioteca Pública Piloto de Medellin, esperando por todo aquel que posea el adminículo necesario para su reproducción. O siempre estará a disposición de la ética y moral del espectador la opción de embarcarse en los sucios y brumosos callejones del internet, todo a merced de las malignas sorpresas y corrompidos resultados con los que se pueda topar.