Camila Loboguerrero (Bogotá, 1941)

Retrospectiva en película

Mauricio Laurens.

Camila, artista plástica y cineasta pionera en varios formatos: cuatro primeros documentales –uno de crítica social y tres en torno al arte bogotano–, cuatro cortos humorísticos del período Sobreprecio, dos divertidos mediometrajes para cine en televisión y tres largos de género: comedia musical, film político feminista y comedia familiar en declive –uno por década–.

 

Documentales (1973 1977)

Llano y contaminación: Cruda captación ecológica y denuncia social de campos llaneros afectados por la irracional explotación petrolera de compañías extranjeras –sobreprecio en 35mm–. Ala solar: Impresiones de citadinos y transeúntes alrededor de la instalación de una escultura móvil sonora del cinético venezolano Alejandro Otero, en terrenos bogotanos de Planeación Distrital –vuelta un muladar años enteros, con latas al aire descolgadas–.

 

Arquitectura republicana: Rastros profesionales reflejados en el centro capitalino con una cámara operada por ella misma, quien mostraba ejemplos como el del Palacio Echeverri bajo asesoría del inolvidable historiador Germán Téllez. Beatriz González y Musa: Recorrido por una exposición de la colorista bumanguesa, estudiosa de las raíces populares del arte moderno, con el buen humor desplegado por tan regia artista santandereana y colombiana.

 

Ficciones cortas (1978 – 1980)

Soledad de paseo: Caserón con patio de marquesina y corredores embaldosinados, dos protagonistas afectados por limitaciones económicas y soledades afectivas; en la melancólica relación de un señor paralítico y su resignada acompañante, la estructura narrativa se quiebra e inserta tiempos diferentes y exteriores gratuitos.  Ya soy Rosca: Exponente típico de barriada bogotana, versátilmente interpretado por Orlando Becerra, con el monólogo ininterrumpido del vividor que cuenta, recuerda e inventa anécdotas direccionadas a sus colegas de calabozo.

 

Debe haber, pero no hay y ¿Por qué se esconde Drácula?: Dos ensayos experimentales de comedia ligera, con estereotipos e inclinación caricaturesca de sus personajes. Rosa Virginia Bonilla, gordita simpática de supuesta ingenuidad, desataba las pretendidas rivalidades del vampírico Sebastián Ospina y el bufonesco Diego León Hoyos. Resaltar encuadres y luminosidades aportados por Sergio Cabrera, director entonces de fotografía.

 

Cuentos y mediometrajes (1985)  

Vida de perros y Póngale color: Aciertan en su doble manejo de anécdotas refrescantes y recursos fotogénicos por Carlos Sánchez. Equívocos diarios y guapezas de un joven desempleado, personificado por Dieguito Álvarez, que se gana el sustento como vendedor ambulante de salchichas; preocupaciones compartidas de padre e hijo para dar una sorpresa el Día de la Madre –un televisor a colores–. El primero, sobresalía por evasiones ingeniosas frente a la autoridad, y el segundo se basaba en primeros planos o apuntes sobre un doble regalo y los colores en pantalla chica que por entonces se veían venir.

 

Largometrajes (1982, 1990 y 2008)

Con su música a otra parte: En tierra caliente (Honda, Tolima), una jovencita que aspiraba ser cantante e ingresar a la farándula se obstina en salir del anonimato y cantar baladas románticas en inglés, sin reconocer el éxito popular de la madre intérprete de porros –Judy Henríquez en el rol de Matilde Díaz–. Carrusel de falsas ilusiones y recreación de mundos artificiosos en donde la protagonista (Nelly Moreno) tendrá que bajarse de esa nube y militar en la izquierda. “Para redondear esta historia me propuse confrontar los sueños de grandeza con la realidad”, Camila Loboguerrero –entrevista personal publicada en El Tiempo, 4-04-1984–.

 

No obstante, adecuadas locaciones pueblerinas y transparente fotografía amenizadas por bonitos exteriores, se queda (la comedia) en el plan de identificarse culturalmente con muchacha despistada, que finalmente recurría al característico humor citadino.  “Creía que para ser directora era necesario gritar y dar órdenes, pero si antes temía perder mi feminidad, poco a poco me enfrenté con seguridad para descubrir que uno puede coordinar amistosamente y no dejar que los hombres técnicos se le vengan encima”, Camila.

 

“Mientras que la idea original era mía, fue gracias a la imaginación desbordante de Beatriz Caballero que yo procedí a cuadrar el guion en términos de producción y enseguida ella lo redactaba en su fluido estilo literario” –las comillas corresponden a una conversación periodística efectuada en vísperas de su estreno–. Siendo la primera directora colombiana de un largo comercial, Camila trivializa el asunto artístico puesto que la hija adolescente, quien llevaba la música en las venas, se aparta de sus verdaderas metas en la infructuosa búsqueda experimental de repertorios callejeros comprometidos con la protesta.

“Creía que para ser directora era necesario gritar y dar órdenes, pero si antes temía perder mi feminidad, poco a poco me enfrenté con seguridad para descubrir que uno puede coordinar amistosamente y no dejar que los hombres técnicos se le vengan encima”

María Cano: Líder sindical y Flor del Trabajo, fundadora del Partido Socialista Revolucionario y obstinada defensora de la clase obrera. Vida ciertamente azarosa revaluada gracias a esta ilustrativa cinta biográfica producida en tiempos de la compañía de Fomento Cinematográfico (Focine). En Salamina (Caldas), Suárez (Tolima) y Ciénaga (Magdalena) se reconstruyeron episodios de su incomprendida lucha durante los años veinte y treinta del siglo pasado –recordar la masacre de las bananeras–.

 

María Cano: (1887–1967): vivió con intensidad su ideología revolucionaria, fue una feminista independiente que luchó por la reivindicación social de los trabajadores en el interior del país y a lo largo del río Magdalena. Primero se recreaba su vejez y soledad, desde Medellín, para irse remontando al pasado revolucionario junto a su amado Ignacio Torres Giraldo y volver forzosamente a los tiempos de su agonía. Despreciada por quienes se enfrentaron a la hegemonía conservadora y fundaron el Partido Comunista, se desempeñó como obrera textil y murió pobre en su oriundo Valle de Aburrá.

 

Al esgrimir la bandera de las ocho horas de jornada laboral, o gritar contra el intervencionismo imperialista, la película cayó en esquematismos y abrazó un tono panfletario muy en boga por las artes escénicas comprometidas. María Eugenia Dávila no alcanzó a traslucir el carácter fuerte de sus anteriores interpretaciones y Frank Ramírez se acopló difícilmente al personaje referido; entre tantos rodeos, la narración se hacía confusa y algunas consignas ahogaron su narración. “Mi interés fue rescatar a esa mujer rebelde y perseguida por el Partido Conservador, silenciada por el Partido Comunista e ignorada por los liberales, no obstante la admiración que por ella profesaba el doctor López Pumarejo”, aseveración de Camila.

Nochebuena, o el sainete de una quiebra familiar: Reunión tradicional, que destapa las trampas de cierto núcleo social en decadencia y colapsa con los excesos atribuidos a muchas comedias de costumbres.  Lo insólito radica en el tratamiento económico del precoz inversionista que capta o dilapida los ahorros maternos y de varios parientes políticos, vecinos y servidores. En simultaneidad, la dispersión de los preparativos navideños y el estado de emergencia provocado por un fortuito daño sanitario.

Con los estereotipos de la doméstica ingenua y el fontanero chistoso, sumados al cacique vulgar y la vecina entrometida, esta singular nochebuena se presta para dramatizar enredos de faldas y malentendidos sobrellevados por una férrea matrona sabanera que naufraga frente al ocasional relajo.

Hermosa casona campestre persiste como locación principal, hay paseos gratuitos por los alrededores y fugas precipitadas que dispersan la atención sobre intercambio de regalos, buñuelos y globos elevados a medianoche. Al final no cunde el pánico de rigor entre tan vistosos convidados, los culpables o farsantes no son castigados y cualquier desbarajuste hipotecario antes esbozado se soluciona con algarabía, tragos y deslices. Guion escrito en compañía de su hijo Matías Maldonado, quien a su vez protagoniza este divertimento.
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Filmografía de la directora y editora Camila Loboguerrero

                       

Tres largometrajes:

Con su música a otra parte (1982)

María Cano (1990)

Nochebuena (2008)

 

Mediometrajes: (25 min.)

Vida de perros (1984)

Póngale color (1985)

Juegos prohibidos (Vídeo, 1986)

 

Cortometrajes:

Soledad de paseo (1978)

Ya soy rosca (1979)

Debe haber, pero no hay (1980)

¿Por qué se esconde Drácula? (1980)

 

Documentales:

Llano y contaminación (1973)

Ala solar (1975)

Arquitectura republicana (1976)

Beatriz Gonzáles y Musa (1977)