Oswaldo Osorio
En un mundo, un arte y una cinematografía históricamente dominados por la visión y el poder del heteropatriarcado, la representación de la mujer en el cine nacional ha estado definida por su condición subalterna, invisibilizada, de víctima o de objeto sexual. Pero las luchas por la igualdad de género y un lento y progresivo cambio de esta mentalidad, necesariamente, se están reflejando en un cine que también, no solo está cambiando, sino que experimenta un dinamismo y florecimiento nunca antes visto.
Este libro, que es la tesis doctoral de la investigadora Karol Valderrama-Burgos, quien se ha especializado en pensamiento decolonial y representaciones de género, es un texto que, desde ya, debe considerarse como fundacional en la literatura sobre el tema en Colombia, pues se trata de una reflexión y análisis de largo aliento que aplica unas variantes y metodología que proponen una aproximación inédita en este tipo de estudios, que en nuestro país han sido escasos o tímidos.
El escrito está compuesto de cinco partes. La primera es una larga introducción que funge más como un primer capítulo de fundamentación conceptual y antecedentes cinematográficos. En él se plantea la Ley de cine de 2003 como el punto de partida, tanto de este dinamismo del cine nacional como de la aparición de otro tipo de representaciones de la mujer. Así mismo, queda definida la interdisciplinariedad de sus herramientas teóricas, que van desde los estudios feministas, pasando por los subalternos y poscoloniales, hasta los de cine, por supuesto, así como las doce películas de ficción que analizará y que “coinciden en ofrecer imágenes aparentemente convencionales de mujeres patriarcales que, mirándolas más de cerca, desafían el género y las normas sociales.”
En un segundo apartado, titulado muy elocuentemente El silencio de la mujer como subversión al patriarcado, la autora analiza las películas Retratos en un mar de mentiras (Carlos Gaviria, 2010) y Sofía y el terco (Andrés Burgos, 2012), resignificando el acto y concepto del silencio en sus protagonistas como una forma de transgredir y afrontar el dominio patriarcal. En su análisis y crítica refuerza y combina esta variable con otras como la religión, el matrimonio, la familia y el entorno doméstico. Se trata de un lúcido y revelador capítulo donde Sofía y Marina empiezan como mujeres sumisas, silenciosas y dominadas, pero terminan liberadas y reclamando un poder que parecía que no tenían.
La tercera parte, a partir de las películas Rosario Tijeras (Emilio Maillé, 2005), Alias María (José Luis Rugeles, 2015) y La sargento Matacho (William González, 2017), propone a tres mujeres que se mueven en la esfera pública desde sus posiciones en grupos al margen de la ley, donde si bien también se impone el dominio patriarcal, su acceso a la guerra, a la violencia y su no pertenencia a la normalidad social les permite desatender de distintas formas este yugo. El concepto que articula esta reflexión es el de emancipación y con él los de victimarias, anti heroínas, guerreras, marimachas y mujeres fatales. En este apartado es posible también hacer una lectura de fondo de la conflictiva y problemática historia y contexto de Colombia.
El siguiente capítulo replantea la sexualidad y el placer femeninos desde el análisis de las siete películas restantes. Así que parte de las dos formas en que los discursos de representación de la mujer en estos sentidos se han dado en el cine colombiano, la primera, desde esos personajes que prolongan los dominios masculinos, y la segunda, con aquellos personajes que usan máscaras de feminidad que son distintas u opuestas a lo que quieren. Es así como aquí se reflexiona sobre representaciones del sexo y el placer que contrarían estos arquetipos y, luego de un esclarecedor panorama de cómo estuvieron presentes estos temas durante el siglo XX, el texto encara esos “enfoques subversivos del nuevo milenio”, primero desde los conceptos de máscara y libertad sexual con las películas Entre sábanas (Gustavo Nieto Roa, 208), La vida “era” en serio (Mónica Borda, 2011) y Una mujer (Daniel Paeres, Camilo Medina, 2017); luego, desde el lesbianismo y el homoerotismo entre mujeres, a partir de Hábitos sucios (Carlos Palau, 2006), La luciérnaga (Ana María Hermida, 2016) y ¿Cómo te llamas? (Ruth Caudeli, 2017); y finalmente, habla de masturbación y orgasmo aplicados a Señoritas (Lina Rodríguez, 2013).
Así que parte de las dos formas en que los discursos de representación de la mujer en estos sentidos se han dado en el cine colombiano, la primera, desde esos personajes que prolongan los dominios masculinos, y la segunda, con aquellos personajes que usan máscaras de feminidad que son distintas u opuestas a lo que quieren.
En el último apartado el texto hace un necesario resumen con sus respectivas conclusiones, permitiendo refrescar y recapitular ese viaje de trescientas páginas, definido por una mirada que en su perspectiva y sus análisis pueden ser tan novedosas y disruptivas como los personajes y las películas de las que habla, así como por una labor rigurosa en su lectura con el tema y el cine, la cual está sólidamente fundamentada en pertinentes referentes que al final llenan las veintitrés páginas de la bibliografía. Es por eso que estamos ante un libro tan necesario como significativo, tanto por la falta de estudios de este calibre en Colombia como por su trabajo metodológico que bien puede tenerse desde ya como un modelo para futuras investigaciones.
Valderrama-Burgos, Karol. Mujer, diversidad y cine: Perspectivas de género e imágenes de la mujer en el siglo XXI. Editorial Universidad del Rosario, Bogotá, 2023. 381 p.